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Río de Janeiro.— La cantante Rihanna cumplió con su papel de gran estrella en la sexta jornada del Rock in Río y ofreció a los miles de cariocas que asistieron a su concierto un espectáculo llenó de energía, pero en el que también hubo espacio para momentos de intimidad.
El turno de las actuaciones internacionales en el escenario principal, el Palco Mundo, lo habían abierto los australianos Sheppard que comenzaron sorprendiendo a los presentes con una versión de “Bulls On Parade” de los Rage Against the Machine, antes de dar paso a su repertorio, mucho más ligero y festivo. Con los carismáticos Amy Sheppard, quien consiguió enfervorizar al público al ondear una bandera brasileña que le habían lanzado, y George Sheppard a la cabeza, la banda tocó casi todos sus temas de su único álbum Bombs Away y algunas canciones nuevas, para cerrar con “Geronimo”, su canción más conocida.
Entonces fue el turno de Rihanna, que supuso el momento de éxtasis que miles de jóvenes, muchos de ellos acompañados por su progenitores, habían estado esperando durante toda esta sexta jornada del festival.
Y es que sin lugar a dudas Rihanna era este sábado la principal atracción de una Ciudad del Rock que cedió el protagonismo de este último fin de semana a la música pop, tras cuatro días de rock duro, y que consecuentemente había sido ocupada por miles de adolescentes ansiosos por ver a la provocativa artista.
La cantante de 27 años comenzó su espectáculo a lo grande, emergiendo de una nube de humo que cubría un escenario teñido de rojo por las luces, para empezar a cantar los temas más potentes de su repertorio, empezando por la emblemática “Rockstar 101”.
Acompañada de un grupo de bailarinas vestidas de blanco, que también hacía las veces de coro, Rihanna se entregó a sus habituales movimientos provocativos sobre el escenario mientras cantaba temas como “Only Girl (In the World)” y la polémica “S&M”, cuyo video llegó a ser prohibido en diversos países por su contenido sexual.
Tras quejarse del calor que sacude a Río de Janeiro, Rihanna se despojó de un vaporoso batín que la cubría y empezó entonces a recorrer el escenario con mayor libertad, animada por un público que coreaba los estribillos de “Whats My Name?” y “Umbrella”.