"¡Vamos al Noa, Noa, Noa vamos a bailaar!". Ahí están todos sus músicos, sus coros, su mariachi, sus bailarines, cantando, bailando, como si él estuviera ahí. "¡Este es un lugar de ambiente, donde todo es diferente, donde alegremente bailarás ahí!". Es la última canción de un concierto que ya no será más.
El canto sigue, se prolonga, todos levantan las manos. De pronto una imagen con una frase, la misma que usó en sus últimas temporadas de conciertos: "Felicidades a toda la gente que está orgullosa de ser como es". Ahí está Daniel López, su director artístico, dirigiendo la escena. Está Guillermo Hernández, el director de su mariachi De mi Tierra. "¡Baila, baila!".
Los últimos acordes están sonando. Y otra imagen aparece en la gran pantalla del escenario que tiene como escenografia al Palacio de Bellas Artes a donde han acudido más de 700 mil personas durante dos días para despedir al Divo de Juárez: "Alberto Aguilera Valadez. 1950-2016".
La contradicción. Los sentimientos se revuelven. Los pies no dejan de bailar, los corazones cantan y cantan, pero ya no está, se ha ido. Juan Gabriel murió un 28 de agosto de 2016. Y sus músicos están frente a los miles de admiradores, con esa coreografía festiva, piernas y brazos de izquierda a derecha. "¡Noa, vamos a bailaaar... Uhhhh!". Se acabó. Miles de corazones de papel vuelan por los aires. Todos los músicos dicen adiós.
En las pantallas decenas de fotografías de Juan Gabriel. Joven, en concierto, vestido de azul, de morado, de turquesa, en lentejuelas rebeldes y transgresoras, posando con su belleza juvenil, sonriendo, luciendo sus hoyuelos. Y la frase de nuevo, el útimo deseo: que todos sean felices de ser quienes son. Hoy y siempre.
Todos los músicos que lo acompañaron por más de 30 años voltean a la pantalla para aplaudirle a las fotografías del "señor Alberto", del "maestro", de su líder, de su amigo. Daniel López está a punto de dar la última indicación de este concierto que es y no volverá a ser nunca más. Ahora sí. Fin. El último acorde. "¡Muchas gracias, por siempre Juan Gabriel!".
En la pantalla aparece un video con la imagen de Juan Gabriel. Ahí está. "Me dicen gracias, pero yo soy el que tiene dar las gracias por tanto amor, por tantos años, por tanta gente y por darme la oportunidad de amarles tanto". El llanto otra vez. Imposible no conmoverse ante las palabras que alguna vez dijo y que nunca nadie imaginó que se repetirían el día del último día de su novenario.
David López y Guillermo Hernández se abrazan largamente. Todos los músicos se reparten más abrazos, besos, apretones de mano. La solidaridad, el compañerismo, una despedida festiva, alegre, y dolorosa, nostálgica y sí, aun incrédula.
Poco a poco van recogiendo sus instrumentos. Las luces se apagan. La soledad no nos sienta nada bien. Dos días de homenaje y nueve días afuera del Palacio de Bellas Artes. Adiós al amor eterno, adiós al más querido.
lsm