Tal parece que Kim Kardashian decidió desde ayer captar la atención de los medios de espectáculos con una sesión completa de fotografías sugerentes y, si se lo propuso de esa manera, lo logró.
La socialité y su esposo, el rapero Kanye West, acudieron ayer, en Miami, a la boda de la modelo Isabela Rangel y el empresario y DJ Dave Grutman, un evento en el que, por supuesto, no pasaron desapercibidos, ya sea por el protagonismo compulsivo de West o el erotismo desbordante de la Kardashian.
Al parecer, totalmente recuperada de su figura, Kim posteó en Instagram una serie de quince imágenes, todas en blanco y negro, en las que se le ve a ella, a su esposo y otros amigos haciendo poses sensuales; como una en la que se observa a West a punto de besar el cuello de Kardashian, quien muestra un rostro de éxtasis; o esa otra en la que ella aparece tomando un helado con un método que desató la lujuria de los usuarios en dicha red.
Pero la fotografía que se llevó toda la sesión fue esa en la que Kim hace un close up a su prominente escote, misma que hasta el momento ha recibido más de 535 mil likes.
Por si fuera poco, esa noche Kanye West decidió interrumpir el brindis del publicista Jason Binn en la boda de Rangel y Grutman justo de la manera en la que interrumpió a Taylor Swfit en los MTV Video Music Awards en 2009. Caminó hasta Binn, le arrebató el micrófono y dijo: “Te voy a dejar acabar, pero Dave e Isabela tuvieron una de las mejoras bodas de todos lo tiempos”.
Contrario a lo que sucedió en el 2009, cuando algunos aseguran haber visto a Swift llorando tras bambalinas luego de la interrupción de Kanye, los invitados al enlace matrimonial celebraron la interrupción de West.
rqm