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Estamos rodeados de ellos, son testigos silenciosos del paso del tiempo, nos proporcionan vida y mucho confort. Los árboles son seres vivos y pocos lo advierten, tienen un periodo semejante al de los humanos: nacen de una semilla, crecen, se reproducen y mueren. También pueden enfermar y requieren cuidados.

En Canadá, la vida de los enebros (un tipo de árbol del género de los juniperus) puede llegar a los 2 mil años y hay secuoyas, otra especie, que han sido testigos del paso del tiempo 4 mil años. Los más longevos que se conocen en todo el mundo son los pinos de Colorado, en Estados Unidos, cuyos ejemplares datan de 5 mil años.

En México destaca el Ahuehuete, que llega a vivir hasta 2 mil años, y el piñón de octubre o pino enano, endémico de Coahuila y Nuevo León, cuyos ejemplares datan de más de 225 años de edad, según la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema).

Luego de la semana de contingencia, enclavados en una urbe gris y de concreto, es importante advertir que los matices de la capital incluyen tonalidades verdes. La Ciudad de México tiene bosques, parques y jardines, además de otras áreas que vale la pena visitar. La unión con la naturaleza no está peleada ni con la economía, ni con la distancia.

Esta guía tiene como prioridad el contacto con la naturaleza ya sea en lugares tan tradicionales como el Bosque de Chapultepec, u otros alejados del ajetreo de la ciudad como el Parque Nacional del Desierto de los Leones y el Parque Ecológico Los Dinamos. Eso sí, toma tus precauciones de seguridad y no dañes la naturaleza.

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