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Hace dos semanas Germán Robles se subió al escenario. No lo hacía desde 2004, año en el que abandonó la obra La dama de negro por cuestiones de mala salud. Desde entonces ya casi no hacía apariciones públicas. Pero decidió hacerlo para la inauguración del Foro Germán Robles, en el Centro Cultural Pedregal.
Una vez en el proscenio miró al público y habló: “No se les olvide que están ante una leyenda”.
Ayer que se supo la noticia de la muerte de Robles, el productor y actor Rafael Perrín, con quien actuó en La dama de negro durante 11 años recuerda ese momento: “¿Quién iba a decir que era la última vez que lo veríamos? Días después ingresó al hospital para no volver a salir. Ese día, cuando nos despedimos, me miró a los ojos, me dio un beso en la frente y me despidió: ¿Qué te puedo decir? Sólo gracias. Fue un momento muy emotivo”.
La popularidad de Germán Robles se forjó con dos personajes: el vampiro, en el cine, y el señor Kips, en el teatro. Eso lo sabía y lo odiaba.
Perrín cuenta: “Estaba muy orgulloso de haber hecho al vampiro en cine pero le molestaba que la gente pensara sólo en eso. Y que le decían que había hecho muchas películas de vampiro cuando sólo fueron tres”.
En efecto, su carácter enigmático y duro empató con el del personaje en las cintas El castillo de los monstruos (1958), El ataúd del vampiro (1958) y El vampiro (1957).
Aunque después interpretó personajes tan distintos como Agustín Lara o igual de enigmáticos como Nostradamus, la época de oro del cine mexicano quedó marcada en el género de terror por sus interpretaciones vampirescas. “Pero lo cierto es que después de eso hizo unas 50 obras de teatro”, dice Rafael Perrín.
La última de ellas fue La dama de negro, en donde hizo al señor Kips durante 11 años en compañía de Perrín y Carlos Bracho.
Es una obra que aún está en cartelera en México y que en febrero cumplirá 22 años.
“Me acuerdo que compramos los derechos y pensamos que él debía protagonizarla. Lo visitamos en su casa allá por el Viaducto en el DF y en cuanto abrió la puerta, sentimos su fuerza”, cuenta Perrín.
Estos antecedentes hacen que Rafael Perrín confirme lo que Germán Robles dijo hace dos semanas: “Sí, es una leyenda. Y ahora que ha muerto, no ha hecho sino confirmarnos su inmortalidad”.
Historia de vida. Fue pionero de la televisión en México. Trabajó en 600 teleteatros, 30 telenovelas y más de 90 películas, ámbito en el que deja huella por las cintas de terror que filmó y en las que interpretó a El vampiro, que lo catapultó a nivel mundial.
Germán Horacio Robles nació en Gijón, Asturias (España), el 20 de marzo de 1929, fue hijo de Germán Horacio y nieto de Pachín de Melás, escritor español en lengua asturiana.
A los 17 años emigró a México junto con su madre. Debutó como actor de teatro en 1952 con la obra El mártir del Calvario, mientras que en el cine lo hizo en 1957 con El vampiro.
Posteriormente protagonizó El ataúd del vampiro, cinta por la cual, hasta los últimos días de su vida, recibió muchos homenajes en diversos festivales cinematográficos dedicados al terror.
En teatro participó en la icónica obra La dama de negro. Otra de sus interpretaciones fue como Don Román, el primo de Don Ramón, en la serie de comedia El Chavo del 8.
Se casó en tres ocasiones, la primera con la actriz Judy Ponte, con quien no procreó hijos; la segunda, con Elisa Aragonés, con la que tuvo dos hijos, Germán y Maribel, esta última casada con el también actor Rogelio Guerra, y la tercera vez con Ana María Vázquez, con quien procreó un hijo, Pablo. Junto a su esposa Ana María, promotora cultural, fundó la escuela de actuación Mascaradas.
Realizó más de 90 películas, algunas de ellas muy destacadas como El jardín de la tía Isabel o La paloma de Marsella. Entre las obras en las que intervino se encuentran Los hermanos Karamazov, La dama de las Camelias, Luces de bohemia.
En la indsutria de la televisión trabajó además en cerca de 600 teleteatros y 30 telenovelas.
Con información de Notimex