Mucho antes que Barry Jenkins se abriera camino para llegar al podio entre una muchedumbre desconcertada en los premios Oscar, el director estuvo sentado en un cuarto de hotel en Toronto explicando el poder silencioso de su película.
"Hay algo en la manera que los hombres negros crecen en este país", dijo Jenkins. "Hay mucha información en los rostros de estos hombres cuando no están hablando, en parte porque la sociedad nos ha robado mucho la voz y por las cosas que la sociedad proyecta de nosotros".
En cierto modo resulta apropiado que la furtiva y silenciosa "Moonlight" se haya alzado con el Oscar a la mejor película en medio de tanta cacofonía el domingo por la noche. Desde su debut en el Festival de Toronto de septiembre, el tierno filme lírico de Jenkin fue ascendiendo incesantemente, no con la pompa que suele llevar las películas a la cima, sino con un brillo conmovedor e implacable que fue ardiendo con más fuerza hasta el 26 de febrero.
Ahora que tenemos algunas respuestas a lo ocurrido al final de la ceremonia, cuando "La La Land" fue erróneamente anunciada como la ganadora a mejor película, podemos ahondar en otro acertijo: ¿Cómo "Moonlight" logró una de las victorias más sorpresivas en la historia de los Premios de la Academia?
Aunque no generó tantos suspiros de asombro como el error que antecedió a su victoria, "Moonlight" de seguro se ubicará junto a ganadoras inesperadas como "Shakespeare in Love" (sobre "Saving Private Ryan") y "Crash" (sobre "Brokeback Mountain").
Las probabilidades estaban en su contra. "La La Land", con un récord de 14 nominaciones, era considerada la favorita y ya había cosechado los premios del sindicato de productores, el sindicato de directores, los BAFTA y los Globos de Oro. Aunque este crítico usualmente desventurado predijo que "Moonlight" podría ganar, virtualmente todos los pronosticadores del Oscar le daban a "La La Land" la victoria segura.
Pero así como sucedió con Hillary Clinton, ser presumida favorita tiene sus riesgos, en especial cuando se es vista como representante de nostalgia y tradición en tiempos turbulentos.
Aunque muchos anticipaban que la industria iba a premiarse nuevamente a sí misma reconociendo una celebración del mundo del espectáculo como "La La Land", Hollywood viró en vez a los bajos barrios de Miami y a una película que muestra la humanidad de un joven negro, gay y pobre, rara vez dignificada en el cine u otros ámbitos de la sociedad.
"Moonlight" no es un drama social tradicional; es un drama profundamente personal empapado en el tipo de empatía que muchos creen desaparecida del discurso nacional. Tras la elección del presidente Donald Trump, lo que seguramente fue un factor en los Oscar, Hollywood no eligió una carta de amor para sí misma sino, como dijo el cineasta Mark Duplass a los votantes de la Academia, una "carta de amor a los valores humanos básicos que nos conectan a todos".
"Moonlight", uno de los filmes más adorados del 2016, es sin duda merecedor. De hecho, podría serlo en demasía. Cintas tan buenas como ésta no suelen ganar el Oscar a la mejor película. Hasta la estrella de "La La Land" Emma Stone se tomó un momento después del caos del domingo para exclamar: "¡Me encanta 'Moonlight!".
Pero "Moonlight" se hizo con menos de 1,5 millones de dólares. Era apenas la segunda película de Jenkins y su primera en ocho años. En la taquilla ha recaudado solo 22,2 millones de dólares, lo que la hace una de las ganadoras a mejor película menos vistas de la historia. La cinta menos vista que se ha alzado con el premio es "The Hurt Locker" (2009) de Katheryn Bigelow, que había facturado 12,7 millones de dólares cuando obtuvo el Oscar.
La comparación es buena de alguna manera. Al igual que "Moonlight", "The Hurt Locker" se impuso sobre una colorida épica elogiada por resucitar la experiencia cinematográfica: "Avatar". También hizo historia como la primera cinta dirigida por una mujer que se alzó con el premio a la mejor película, mientras que "Moonlight" es la primera de un cineasta afroamericano en logarlo. Su triunfo, que además representa el primero para una cinta con tema LGBT, de seguro inspirará a una generación de realizadores.
Solo un estreno de un gran estudio ("Argo" de Warner Bros.) ha ganado el Oscar a la mejor película en la última década. "La La Land", distribuida por Lionsgate, se siente en gran medida como un musical de un viejo estudio. Sus 14 nominaciones y los más de 370 millones de dólares que ha facturado a nivel mundial solo solidificaron su reputación de gran favorita, con las requeridas críticas para acompañarla.
Pero cada vez más las pequeñas producciones triunfan en los Oscar. Por cuatro años consecutivos, la ganadora del Premio Spirit del Cine Independiente — "12 Years a Slave" ("12 años esclavo") "Birdman", "Spotlight" y ahora "Moonlight" — han terminado por llevarse el Premio de la Academia. Podría ser que los votantes de la Academia, que trabajan en una industria que últimamente favorece más las megaproducciones, se sienten más conmovidos con historias más personales que se le han escapado a Hollywood.
"Espero que nos estemos moviendo en esa dirección", dijo Tarell Alvin McCraney, coguionista de "Moonlight", que se basa en su obra teatral. "Espero que los escritores aquí y su orgulloso recorrido pueda imprimir en alguien que nos está viendo allá afuera que también puede llegar a estar aquí, y que también puede contar historias tan osadas e íntimas como sea posible".
"Moonlight" había sido premiada por el sindicato de guionistas, en los Globos de Oro y, a diferencia de "La La Land", fue postulada a mejor elenco por el sindicato de actores de la pantalla (SAG). Pero rompió todas las reglas que ayudan a pronosticar los ganadores del Oscar. Entre los factores que quizás desempeñaron un rol está el hecho de que la Academia agregó 683 nuevos miembros en junio para diversificarse y que la categoría de mejor película, a diferencia de las demás, usa un voto preferencial para elegir a la ganadora: un método de clasificación adoptado en el 2009, cuando el rubro pasó de tener cinco nominados a un máximo de 10, que recompensa a las películas con un amplio apoyo y no necesariamente con el mayor número de votos No. 1.
El mismo Jenkins no puede explicarlo. Lució muy impresionado y emocionado de que la industria haya "votado por una película sobre un personaje marginado de una comunidad marginada, narrada de un modo muy poco ortodoxo".
"Supongo que cualquier cosa es posible", dijo.
cvtp