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Una vez Chuck Norris derrotó, él solito, a la mafia rusa que intentaba conquistar Estados Unidos. Pero Mario Almada derrotó, él solito también, a una banda de cinco narcotraficantes en la cantina El Norteño. Eran menos que los rusos pero estaban más cerca.
Ahí estaban en la cantina los narcos torturando al hermano de Almada, quien llega con una ametralladora y se echa a los cinco. Ellos, por supuesto, responden con sus pistolas pero ninguno le atina a pesar de que entre ellos habría, a lo mucho, cinco metros.
Se trata de la película Pistoleros Famosos, que Almada filmó en 1982, cuando ya era grande su fama de héroe de acción en el chile western (concepto que él mismo presumía con entusiasmo). La muerte del actor hace recordar que ese prestigio lo llevó a convertirse en el Chuck Norris región 4, apodo con el que se le conoce en decenas de videos en YouTube donde se comparan las escenas del karateca estadounidense y el justiciero mexicano.
En uno de estos videos, aparece Chuck Norris derrotando a un enemigo en su automóvil en movimiento a partir de una patada voladora que rompe el cristal frontal. Impresionante. Pero poco si se compara con la escena en la que Mario Almada usa una silla y un extintor para derrotar a unos bandidos que tienen secuestrada a Rosa Gloria Chagoyán en El vengador del 30-06.
El mismo Almada aceptaba el tono fantástico de sus personajes. “A mis pistolas nunca se le acaban las balas”, dijo en 2013, cuando recibió el Ariel de Oro en honor a su trayectoria en la que lo mismo derrotaba enemigos con látigos que con metralletas.
Y si las patadas de Chuck Norris viajaban más rápido que las balas, las pistolas de Almada, por pequeñas que fueran, alcanzaban para matar al amante de la esposa, herir al narcotraficante cómplice y derribar el helicóptero (sí, un helicóptero) en el que pretendía huir el cabecilla.
Y le ayudaba, por supuesto, su cara: “Creo que tengo cara para todo, para malo, bueno, buen padre, buen abuelo”, dijo en una entrevista con EL UNIVERSAL cuando estaba a punto de recibir el Ariel de Oro. De oro, igual que la pistola que usa en Cazador de asesinos en la que, para no variar, las balas le alcanzan para matar diez asaltantes en el banco Probanca Norte S.A. Y todavía le sobra una para perseguir al líder de la banda, que sale corriendo, se sube al coche y cuando piensa que ya está a salvo, Almada le apunta y le atina a una llanta. En un efecto que desafía todas las leyes de la balística, el disparo ocasiona que el coche se vuelque, explote, se incendie, que el asaltante salga ensangrentado y casi calcinado. Por mucho, eso supera cualquier karatazo de Norris.
Su vida
Los datos biógráficos del actor sitúan su nacimiento en Huatabampo, pero él reveló que no fue así. “Nací en la Ciudad de México, pero me registraron en aquella población sonorense a donde me llevaron desde muy pequeño”, reveló en una entrevista realizada por EL UNIVERSAL en el 2009.
Contrajo matrimonio con Consuelo Ruiz, de dicho matrimonio procrearon cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. “Soy abuelo de 12 nietos y cuatro bisnietos, de todos ellos el único que ha seguido mis pasos ha sido mi hijo Marcos, quien es escritor y productor fílmico, ha tenido la oportunidad de probar suerte como actor en cinco o seis ocasiones , dos de ellas en plan estelar”.
Almada cursó su primaria y secundaria en la Ciudad de México.
“Suspendí los estudios porque preferí regresar a mi tierra y convertirme en agricultor”. Curiosamente, durante su estancia en la Ciudad de México, en plena etapa escolar, Mario y su hermano Fernando tuvieron su primera experiencia cinematográfica. “Fue en 1935, estábamos en la escuela Benito Juárez, donde el productor y director Juan Orol fue en busca de unos niños para su cinta “Madre Querida”, casualmente nosotros estuvimos entre los elegidos.
Como hombre maduro Almada pisó nuevamente los sets cinematográficos. “Llegué de Sonora en 1960, no venía pensando en el cine, fui llamado por mi padre para hacerme cargo del Señorial, centro nocturno que tenía en la Zona Rosa”.
“Ahí se presentaban grandes figuras nacionales y extranjeras, pero un día tuvimos que cerrar”.
Cuando Mario preparaba en 1965 sus maletas para volver a Huatabampo, su hermano Fernando le propuso entrarle al cine.
“Acepté y poco a poco me fui involucrando en el medio, mi primera experiencia fue como productor fílmico en Nido de Aguilas, por cierto que al mismo tiempo se dio mi debut como actor. Tuve que sustituir a Bruno Rey, quien a causa de un accidente, salio del elenco.
La vida de Almada dio un giro completo, se le multiplicaron las ofertas fílimicas e inclusive, junto con Fernando se convirtió en exitoso productor de películas, como Todo por nada. Varias de sus actuaciones en la pantalla grande le valieron nominaciones y premios cinematográficos como La Diosa de Plata y el Ariel. “Sí, obtuve ocho diosas y fui nominado al Ariel en dos ocasiones, por “La viuda negra y Tacos de oro”. Mario se convirtió en pronto en el actor más taquillero del cine mexicano.
cam