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El chileno Alejandro Jodorowsky mantiene su personalísima mirada al arte y a la vida en su última película, "Poesía sin fin", consciente de que el final se acerca pero al mismo tiempo lleno de esa energía que le ha generado una legión de incondicionales.
La proyección de la segunda parte de su autobiografía fílmica en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes acabó con una ovación en pie del auditorio durante más de diez minutos, que consiguió emocionar hasta la lágrima a Jodorowsky, "aunque mi padre me enseñó que los hombres no lloran", dice en una entrevista.
A sus 87 años, el poeta crece por dentro mientras mengua por fuera.
"Ya no me miro al espejo, solo por la mañana para peinarme. No me siento viejo por dentro, aunque por fuera sí. No tengo una imagen de mi exterior, pero en el interior cada vez tengo más ideas, más profundidad en lo que hago, más ganas de hacer más. Es una pasión artística que la vivo muy bien", dice el artista.
Se muestra convencido de que cada cuerpo tiene un espíritu, y viceversa, y sus actitudes ante la muerte no siempre van de la mano: "El miedo a morir lo tiene mi cuerpo y nunca podré vencerlo. Pero mi espíritu concibe mi desaparición. Me costó muchísimo aceptar que voy a desaparecer, pero ahora lo acepto".
Así siente el chileno (francés de adopción y mexicano por carrera profesional) su vejez, como un proceso de desprendimiento progresivo y no como una humillación, a la manera en que le aconsejó el gran Nicanor Parra desde el mástil de sus 101 años.
Por eso, aunque su cuerpo desee vivir hasta los 150 años -"antes me conformaba con 120", bromea-, se considera satisfecho de "poder hacer lo que quiero, sin productores, sin estrellas, sin dinero, sin miedo...".
La valentía es precisamente uno de los legados de su autoritario y cruel padre Jaime, figura capital en "Poesía sin fin" y en la primera parte de la autobiografía, "La danza de la realidad", con el que trata de reconciliarse a través de su obra.
En la película, en medio de un fuerte terremoto, su padre le anima a superar su miedo mientras tiembla todo a su alrededor.
"Yo estaba en ese mismo lugar (que en la película) cuando hubo un gran temblor. Él me dijo: '¡Ríete, ríete, ja ja ja, no tengas miedo! Él era tan fuerte que me convirtió en cierta manera en un cobarde, pero me quedó eso de atreverme", dice.
Por eso, diferencia entre tener miedo -"algo humano y natural"- y ser un cobarde, porque este "no hace las cosas, y en la vida hay que atreverse".
La casualidad -o más bien el comité de selección de la Quincena de Realizadores- ha querido que este año coincidan en Cannes la película chilena "Neruda", de Pablo Larraín, y el filme de Jodorowsky, quien se mofa abiertamente en su obra del autor de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada".
"A mi Neruda, el viscoso héroe nacional, no me gusta (...) Quería ser presidente, como el otro viscoso peruano que no quiero nombrar, (Mario) Vargas Llosa. Para mi Nicanor Parra era el verdadero poeta", asevera.
Y dice que le hace reír la coincidencia de su película con la de Larraín, que aún no ha visto pero que por el tráiler le parece "una película normal, con una fotografía normal, un policial, pero que se ve que tiene inteligencia. El tema es simpático, un perseguido que va dejando pistas para divertirse. Yo creo que va a ser buena".
Tampoco tiene dudas de que cuando Chile deba elegir una película para representar al país en los Oscar escogerá "la de Larraín, no una que se burla del viscoso héroe nacional".
"Poesía sin fin" cuenta con una fugaz aparición de lujo, la del poeta sirio Adonis, que encarna a un amigo artista de Jodorowsky en su juventud que le cedió su taller para que trabajase en él.
Lo conoció a través de un amigo en una cena, y tras congeniar con él, lo invitó a aparecer en la película para interpretar un papel "que no quería que hiciese un actor, sino un artista y Adonis es uno de los espíritus más refinados que hay".
Jodorowsky alardea de conservar el alma radical de aquel joven idealista que viajó a París "para salvar al surrealismo" y al que interpreta su propio hijo Adán en el filme.
"En todo el festival no se encontrará una película así, es un riesgo enorme. Vine a Cannes, donde está la industria, los letreros de las películas americanas hay en la calle... Estoy en un mercado con una película que es poesía pura", asegura convencido.
cvtp