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Actualmente existe un aproximado de dos decenas de directoras mexicanas rodando ficción y otras 10, documentales.
“Son pocas”, señala Mariana Chenillo, realizadora de Cinco días sin Nora y la serie Soy tu fan.
“Si pensamos que se hacen más de 120 películas al año y en las escuelas hay cantidades similares de hombres y mujeres, entonces es bajo”.
La egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde actualmente el porcentaje de alumnos revela que cerca del 50% son chicas, forma parte de la nueva generación de directoras, un puesto que por décadas fue considerado únicamente para hombres.
En el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) la paridad hombre-mujer es también similar.
Antes de la llegada de Mariana al cine, gente como Marcela Fernández Violante sufrió en los 70. Los técnicos no podían ver que una mujer estuviera por encima de ellos y no le hacían mucho caso.
A ella le tocó trabajar con el cinefotógrafo Gabriel Figueroa (Los olvidados y La noche de la iguana) en la cinta Cananea (1976) y cuyas actitudes la hacían llorar y ocultar su sentimiento a los demás.
Pero la llegada de María Novaro y Busi Cortés fueron aplanando camino y ahora hay algunas taquilleras como Issa López, ha sido vista por casi tres millones de asistentes por Casi divas y Efectos secundarios; Patricia Riggen ha contabilizado casi cuatro por La misma luna y Los 33, y Paula Marcovitch, de El premio, cosecha premios internacionales como en Berlín.
Teresa Suárez ha escrito, dirigido y producido sus dos películas: Así del precipicio y ¿Qué le dijiste a Dios?, que contabilizan más de dos millones de boletos vendidos.
Al igual que Chenillo, no ha sentido discriminación por ser mujer. Su pago como realizadora, considera, es el mismo que el de un hombre, pues existen tabuladores independientemente del sexo.
“He ido a buscar financiamiento y nunca he sentido nada de eso, creo que platico los proyectos con tal entusiasmo, que transmito la pasión”.
Pero acepta que, en un principio, había prejuicios de cómo sería recibida en un gremio masculino, pero sólo quedó en eso.
Chenillo es un caso similar. Ella ha levantado proyectos y sido contratada para otros.
“Es difícil para los dos sexos, siempre es una competencia muy compleja y a veces tienes suerte y consigues muy rápido el dinero, en otras no”, expresa la también directora de un segmento de Revolución, proyecto impulsado por Canana, la empresa de Diego Luna y Gael García Bernal.
¿Y hay diferencias para escoger un tema para llevar a la pantalla? Mariana sabe que hombres y mujeres ponen atención a cosas diferentes por naturaleza y eso puede marcar inclinaciones.
Teresa recalca que los varones son menos emocionales que ellas, quienes se fijan en detalles. Nadie es mejor que el otro, sólo hay que reconocer que cada quien tiene sus propios recursos.
“Veo El renacido y digo: ‘qué bárbaro, estar en la nieve es un trabajo en el que yo no me veo metida’”.