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Un año más, y ya van 35 ediciones. Los reyes de España, Felipe VI y Letizia Ortiz, presidieron la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias, que en esta ocasión y por primera vez se llamaron princesa de Asturias por su hija mayor, la infanta Leonor.
En un solemne acto celebrado en el Teatro Campoamor de Oviedo, ciudad natal de la reina, el monarca aprovechó su discurso para apelar a la unidad de España en un momento en que el presidente de Cataluña (norte de España), el nacionalista Artur Mas (Convergencia Democrática de Cataluña), ha iniciado una hoja de ruta hacia el independentismo.
“Las divisiones nunca hacen grande a un pueblo, sólo lo empobrecen y lo aíslan”, aseguró.
El escritor y periodista cubano Leonardo Padura, galardonado con el de las Letras; el director de cine Francisco Ford Coppola, que recibió el de las Artes; la economista franco-estadounidense Esther Duflo, que recibió el de Ciencias Sociales por su lucha contra la pobreza desde el ámbito de la microeconomía; el fundador de Wikipedia, Jimmy Wales, galardonado con el de Cooperación Internacional; el filósofo español Emilio Lledó, el de Comunicación y Humanidades; la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (que luchó contra el ébola), el de la Concordia; y las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, el de Investigación Científica y Técnica.
Sólo cuatro de ellos pronunciaron discursos.El cineasta estadounidense Francisco Ford Coppola, de 76 años, se refirió a su profesión: el cine. Lamentó no tener el don de “solucionar los problemas del mundo con su cine”, dijo. “¡Ojalá fuera así!”, apuntó. Aunque confió en tener ese poder algún día.
“Tal vez el cine sea capaz algún día de esos milagros, pero ahora mismo es como un Prometeo inmovilizado por las cadenas del marcantilismo, controlado y neutralizado en el nombre de los beneficios libres de riesgo”, aseguró el director de El Padrino.
Leonardo Padura dedicó su premio Cuba, a quien dijo deberle todo lo que es “profesionalmente y humanamente”; y al barrio habanero de Mantilla donde se crió, donde vive en la actualidad y donde, contó, se enamoraron sus abuelos y sus padres “hasta el último aliento”.
“Soy cubano por mis 64 costados”, dijo. También recordó a sus amigos de la niñez con los que jugó al béisbol durante 18 años y de quienes aprendió “la fraternidad y el humanismo”.