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Es considerada la "descubridora" del realizador tapatío Guillermo del Toro; estuvo nominada al premio Oscar por El laberinto del fauno y fue de las que abrió camino en cine para las mujeres tras la cámara.
En 1994 fue de las que de un día para otro, tras el llamado "error de diciembre", quedó en bancarrota y ahora, a sus más de 70 años, lee unos 400 guiones anuales buscando talento.
Bertha Navarro, la productora que de niña era llevada continuamente al cine a ver películas de vaqueros o que lloraba con la historia de Bambi, será reconocida por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Esta noche, en el Palacio de Bellas Artes, recibirá el Ariel de Oro.
Dice el director Jorge Fons que cuando a él le han dado reconocimientos, parece que lo andan "cafeteando" (antes de morir).
Bertha: (Risas) Para mí es bonito que tu comunidad y tus colegas te reconozcan, ¡el Ariel es nuestro premio de cine más importante!
¿Fue complicado entrar en un tiempo (1973, con Reed, México insurgente) en el que el cine era sólo para hombres?
En el mismo sentido que vivimos en una sociedad muy misógina, sin darnos cuenta, y esas épocas eran difíciles. Era algo continuo. Finalmente la tendencia era ser asistente y yo no servía; ser productor tiene su lado mandoncito (risas). Éramos jóvenes y todo se podía, fue época de muchos cambios, era una industria supercerrada, nadie te dejaba entrar y nosotros (con Paul Leduc, director) rompimos eso, usando el famoso cine independiente.
La gente cree que ser productor es ser rico...
Lo divertido es que creen que se es millonario, que uno saca la cartera y ya; no es así, el productor organiza, aterriza, dimensiona un proyecto y eso.
Con la película Cronos (1993) lo que lastimó mucho fue un crédito que sacamos al último en el banco y que, con la devaluación, se nos volvió una cosa infernal. ¡Habíamos pedido, por ejemplo, 100 mil pesos y amanecimos debiendo millones!
Tuvimos que apechugar e ir pagando poco a poco; no he vuelto a pedir un crédito en toda mi vida. ¡Errores he cometido muchos pero lo bueno es que se me olvidan!
¿Cómo conociste a Guillermo para hacer Cronos?
Lo conocí a través de mi hermano Guillermo (ganador del Oscar a Fotografía por El laberinto del fauno), estábamos haciendo Cabeza de Vaca (1991) y Del Toro era el único maquillista que podía hacer cosas más complejas y con mucha imaginación.
Me contó la película y entonces vi a alguien talentoso; me llegaban a decir que hacer películas de terror no funcionarían, aunque no lo era. Lo importante es que él ve las películas desde los ojos de un niño.
Creo que nos adelantamos mucho, si hubiera estrenado años después, habría sido éxito. Aquí la ponían en el Diana, una sala para 3 mil personas y cuando ibas, te daba tristeza.
¿Es fácil ser mamá productora?
Tuve la enorme fortuna de que mi madre era un ser maravilloso y se hacía cargo de mi hija (Valentina Leduc, editora de cintas como En el hoyo), porque ser productora no es regresar a las seis de la tarde, sino no estar días o semanas si la filmación es afuera. Ahora mi hija prioriza sus tiempos con sus hijos.
¿Ves tus películas?
Sí, pero tres años después que salieron, cuando ya pasó tiempo.
¿Cuantos guiones lees al año?
Como también estoy en talleres, unos 400, ¡es un dineral en impresiones, porque yo no sé leer en digital, simplemente no puedo!
¿Cuál es tu próxima película?
La delgada línea amarilla, que ganó en el festival de Guadalajara, y Sin muertos no hay carnaval, de Sebastián Cordero (Crónicas y Rabia) sobre las tomas de tierras alrededor de una ciudad.