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Kate Moss es un alma en pena. La modelo británica atraviesa un mal momento personal debido a la distancia que le separa de su novio, el conde Nikola von Bismarck, que desde hace dos meses se encuentra desintoxicándose en una clínica estadounidense.
"Kate está destrozada porque está alejada de él desde hace mucho tiempo, pero sabe que es lo mejor. Ha estado muy triste por Nik y teme haberle perdido a su lado", decía una fuente al diario The Sun.
Según el periódico, fueron los padres del fotógrafo, Debonnaire y Leopold, los que decidieron que el joven de 30 años llevara a cabo la rehabilitación de sus múltiples adiciones lejos de Europa.
La familia de Nikola considera a la modelo una "mala influencia", sobre todo desde un incidente a finales de año en una fiesta celebrada en la casa del aristócrata que el informador calificó como "salvaje".
"Ella (Moss) ha estado rodeada de amigos, pero no ha sido lo mismo. Está muy centrada en mantenerse sana y ha estado ausente durante un tiempo en un retiro de yoga con algunas amigas", añadió. Sin embargo, la celebridad de 43 años teme que su relación esté abocada al fracaso más absoluto y tarde mucho tiempo en volver a ver a su 'toy boy', con el que recuperó la alegría tras su separación del rockero Jamie Hince.
Esta es la segunda vez que el alemán se ve obligado a ponerse en manos de los profesionales. Sonado fue su ingreso en mayo del año pasado cuando saltó desde una de las ventanas de la casa de campo de Kate en Cotswolds víctima de alucinaciones. "Vio una estatua en el jardín y pensó que era un intruso, así que se lanzó a perseguirlo", dijo un testigo sin identificar.
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