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La cooperación amplia de las autoridades de México y Estados Unidos es fundamental para que la relación bilateral beneficie a ambas naciones y sea posible combatir los problemas comunes que les afectan. En el contexto actual, el crimen organizado se ha convertido en una de las mayores amenazas para estos países, por lo que acertadamente hoy ambos gobiernos se han volcado en su combate frontal.
Es así que México y Estados Unidos, por medio de sus representantes, anunciaron esta semana la creación de un grupo conjunto que tendrá como finalidad enfrentar problemas compartidos, provocados por el crimen organizado, que impactan de forma severa en la calidad de vida de amplias regiones de ambos países: el tráfico de drogas, armas y de personas, así como la migración ilegal.
Se trata de una iniciativa que busca desmantelar a las estructuras criminales, así como debilitar los sistemas financieros del crimen organizado que trabajan tanto en nuestro país como en el vecino del norte. La colaboración incluirá el intercambio de información que permita consolidar los casos judiciales de los delincuentes frente a la aplicación de la justicia, así como seguir avanzando en los temas de seguridad conjunta de la frontera, el control migratorio, la prevención de amenazas e incluso el manejo de emergencias naturales
La violencia que ha impuesto el crimen organizado en amplias regiones de México, y también Estados Unidos, debe terminar. Miles de personas mueren cada año en ambos países debido a los enfrentamientos entre bandas criminales, y otras tantas son oprimidas para fines sexuales o de explotación; del mismo modo, toneladas de drogas se producen y trafican gracias a un sistema ilegal, pero eficiente. Esto debe enfrentarse, necesariamente, con la entera voluntad de ambos gobiernos.
Más aún, el acuerdo establecido debe ampliarse e involucrar de manera enfática la inteligencia financiera, de forma que se corte el flujo de capital a los criminales y se les impida el acceso a recursos financieros. Del mismo modo, la cooperación tiene que incluir mayor atención al acceso y tráfico de armas, dado que es uno de los factores que más inciden en la violencia que viven las dos naciones. Esta dupla es clave.
Las autoridades de Estados Unidos requieren ejercer mayor control sobre las armas que se producen en su país y el gobierno mexicano tiene la responsabilidad de insistir en la materia, a pesar de las presiones de la industria armamentista sobre los órganos públicos de aquella nación. La realidad demuestra continuamente que el acceso indiscriminado a las armas perjudica más de lo que beneficia a las sociedades.
Desde hace tiempo México viene realizando un esfuerzo más que importante para hacer frente al crimen organizado y combatir el tráfico de armas, lo que ha tenido dolorosos resultados para nuestro país. Estados Unidos no puede ser omiso en este aspecto, debe hacer su parte.