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Hasta este momento parece que nada podrá mantener con vida a la reforma educativa que impulsó la administración actual.
El gobierno que entrará en funciones el 1 de diciembre está realizando foros en los que participan maestros, padres de familia, expertos y grupos de la sociedad civil para que mucho de lo expuesto sea incluido en la política educativa que tomará cuerpo dentro de dos meses. Hasta ayer se habían presentado más de 40 mil ponencias en los estados donde se han efectuado los encuentros.
Desde el Congreso, Morena ha dicho que no quedará ni una coma de la reforma, pero no se ha planteado todavía un proyecto concreto que sustituya lo que actualmente está en vigencia.
De las reformas aprobadas en el sexenio que está por concluir, la educativa fue la más celebrada desde las oficinas gubernamentales, pero también la que mayor rechazo tuvo de los docentes, específicamente en algunas entidades. Nunca pudieron deslindarla del carácter punitivo que le adjudicaban sus críticos. Entre las consecuencias que enfrentan quienes reprueban de manera repetida las distintas evaluaciones a las que son sometidos está la separación de su labor en el salón de clases para ser asignados —en principio— a tareas administrativas.
La apuesta de las próximas autoridades es presentar propuestas surgidas del consenso y con apoyo del magisterio, aspiración que solo será posible si se tienden acuerdos con los dos factores más importantes: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
De acuerdo con información que hoy publica EL UNIVERSAL, Elba Esther Gordillo alista su retorno a la dirigencia del SNTE. En la aprobación de la reforma en vigor el aval del SNTE fue decisivo; en cambio, la CNTE combatió para evitar su aprobación y puesta en marcha. ¿Qué rol jugarán en los cambios educativos que se adopten? ¿Exigirán que se les sigan asignando beneficios que nada tienen que ver con la educación como la venta de plazas? ¿Pedirán que miles de maestros sigan cobrando su salario aunque en la realidad no se encuentren en el aula sino desempeñando cargos sindicales?
En medio de una pretendida transformación del país —avalada por millones de electores el 1 de julio—, el sindicato y la coordinadora tendrían que coadyuvar a que se mejore la educación de los niños y no tratar de buscar privilegios abolidos, que no deben ser reactivados.