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Los candidatos que vencieron en la jornada electoral de hace meses, y que llegaron al Poder Legislativo, tienen hoy la responsabilidad de cumplir lo que prometieron para ganarse el voto ciudadano. La austeridad en el uso de los recursos públicos fue un concepto clave que permitió el acceso al poder de aquellos que nombraron a la corrupción sistemática y los abusos al erario como los problemas que había que conjurar de forma inmediata.
La austeridad en el servicio público es necesaria en una realidad en la que el abuso al erario es la constante. Como da a conocer hoy EL UNIVERSAL, los diputados federales aprobaron recientemente que cada uno recibirá 208 mil pesos como pago de fin de año, monto que corresponde a su dieta, aguinaldo proporcional, así como conceptos adicionales.
Los diputados decidieron otorgarse estos recursos a pesar de que en diciembre únicamente tendrán cuatro meses en el cargo; lo hacen en un momento en el que la sociedad mexicana está a la expectativa de definiciones que frenen los abusos sobre el patrimonio nacional. Con esta medida, una fracción del Poder Legislativo ha decidido contradecir el plan de austeridad planteado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
No es la primera vez que los diputados federales aprueban cuestionables bonos para sí mismos. Los legisladores del periodo anterior pudieron recibir hasta un millón 155 mil pesos al finalizar sus servicios, sin distingos de partido político. En la misma legislatura, la 63, existió un bono secreto para cada diputado federal de 150 mil pesos, dinero presupuestado para el pago de aguinaldos o gestión social en sus regiones.
Los legisladores, sin importar el partido político al que pertenecen, deben encarnar la austeridad en el uso de los recursos públicos que los ciudadanos reclamaron en las urnas apenas en julio pasado. De lo contrario, podrá concluirse que los mensajes clave de campaña y las promesas hechas a los ciudadanos son prescindibles una vez instalados en el poder. Se trata de que los legisladores ejerzan conscientemente el dinero público para beneficio de todos.
Las medidas de austeridad funcionarán en este caso cuando respondan a un espíritu de cambio en la forma en que se ejercen los recursos públicos y trascienden la lógica de las campañas electorales. Serán viables cuando vayan más allá de medidas coyunturales y se institucionalicen en procesos, en reglamentaciones que garanticen la continuidad de estas medidas. Ese tiene que ser el objetivo.