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En materia de igualdad de género hay datos alentadores que muestran que se marcha en la ruta correcta, pero con frecuencia se conocen otras cifras con las que parece que se anula el camino andado. Por ejemplo —una vez más— la cuestión salarial.
Se pugna para que no haya diferencias entre el pago que recibe una mujer y un hombre por el desempeño de un trabajo similar, sin embargo hay datos a nivel nacional e internacional de que no siempre ocurre así.
En México ahora se conoce información que revela otro aspecto de la amplia brecha en materia de sueldos entre hombres y mujeres. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el número de mujeres que perciben más de cinco salarios mínimos se ha venido reduciendo. En el último trimestre de 2018 eran solo 725 mil 615 trabajadoras, prácticamente la mitad de las 1.4 millones que se encontraban en el rubro “mejor pagadas” en 2006, al concluir la administración de Vicente Fox. Un pronunciado deterioro en dos sexenios.
El dato presentado por el Inegi solo viene a confirmar la afectación generalizada que ha tenido el país en los últimos años en materia de empleo y salario, con puestos de trabajo en los que predominan los bajos salarios y la ausencia de prestaciones sociales (la llamada precarización de la que han dado cuenta estudiosos del tema), situación que se carga más en la fuerza laboral femenina. Un dato más que lo explica: en el último semestre de 2018 la tasa de desocupación en mujeres siempre fue más alta que la registrada entre hombres.
El país ha creado instituciones para defender los derechos de la mujer y evitar abusos como la discriminación, la violencia o el hostigamiento… pero no se conocen mecanismos contra el pago de menores salarios. Una remuneración digna para la mujer debería ser una práctica común en todas las empresas, aunque de no ocurrir así la autoridad tendría que intervenir para modificar esa mala práctica de los centros de trabajo.
Los números oficiales coinciden en que para la mujer mexicana que se inserta en el mercado laboral será más complicado tener acceso a remuneraciones dignas, a pesar de que ellas representan poco más de la mitad de la población. Cada ocasión que se hace una distinción de ese tipo en oficinas públicas o privadas, se hace una distinción para 50% de los mexicanos. Así, el país no puede presumir todavía de que aquí existe una plena equidad de género.