Para un país como México, con atrasos sociales en la mitad de la población y de infraestructura en buena parte del territorio, contar con recursos para revertir esa condición se vuelve un tema central. La realidad evidencia que no hay dinero suficiente para paliar esa situación.

Muchas naciones del mundo se enfrentan al mismo problema; por esa razón colocan bonos gubernamentales en los mercados financieros para allegarse de recursos y emprender acciones de desarrollo. Los inversionistas que compran esos instrumentos reciben una ganancia al final del plazo estipulado.

Debido a presiones que se están presentando en el ámbito económico nacional, el gobierno mexicano tiene que pagar hoy un premio mayor para quienes adquieren los bonos. Actualmente los intereses se encuentran en un nivel que no se registraba desde la crisis global de 2008-2009. La Secretaría de Hacienda, por medio del Banco de México, subastó esta semana bonos con vencimiento a diciembre de 2021 a una tasa fija de 8.68% anual.

Hay factores internos y externos que impulsan esos niveles. Entre los internos está el tipo de cambio peso-dólar y la caída de la Bolsa de Valores; en tres semanas el precio de la divisa estadounidense pasó de 19.60 a 20.80 y el índice bursátil perdió 10% de su valor. A lo anterior se añade la expectativa de una inflación mayor a la esperada y de que el Banco de México eleve hoy su tasa de interés.

Entre los externos está el precio a la baja del barril de petróleo, lo que de acuerdo con analistas podría contribuir a una mayor depreciación de la moneda nacional.

Son más los factores internos que externos los que están presionando el escenario económico. La incertidumbre sobre el rumbo que tomará el próximo gobierno está golpeando la confianza en México. Países que requieren del capital externo para crear fuentes de empleo —por ejemplo—, no pueden permitirse deteriorar el clima de inversión. La confianza en un país tarda años en consolidarse. El costo de perderla en unos cuantos meses puede ser muy alto y tener repercusiones directas e inmediatas en el ciudadano de a pie.

Las primeras señales de que se está minando aparecen con los intereses que exige el inversionista para los bonos mexicanos… y puede ser apenas el principio de otros efectos.

La administración que llega el 1 de diciembre debe tomar como prioridad mantener la confianza de la ciudadanía y de visitantes, así como de aquellos interesados en traer sus capitales para detonar proyectos productivos. No hacerlo representa el riesgo de caer en una espiral impredecible.

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