Con el reconocimiento de dos gobiernos en México, el entrante y el saliente, con el respaldo de su integridad política, de su capacidad técnica y de su claro músculo intelectual, José Antonio Meade ha sido designado como el nuevo comisionado de México ante la Comisión Global sobre Adaptación. Una responsabilidad que traspasa fronteras y rebasa nacionalidades.

Tras enfrentar uno de los veranos más mortíferos que se hayan tenido en los últimos años, el que causó un sinfín de desastres naturales, afectando a varias naciones a lo largo y ancho del planeta, un número de líderes mundiales que van desde el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, hasta el ex secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, han visto la necesidad de instalar una comisión que esté enteramente dedicada a la configuración de soluciones a gran escala y con rapidez mediata para adaptar el mundo ante lo inevitable: el cambio climático de nuestro planeta.

Ya no es cuestión de revertir los efectos del cambio climático. Ya es muy tarde para ello. Si acaso, podríamos buscar soluciones que aminoren los daños con los años, suavizar la catástrofe que viene, pero revertir lo causado ya es cosa del pasado. Ahora la discusión se encuentra en la adaptación, ya no en la prevención.

De concretar los acuerdos establecidos en París, se calcula que podríamos mitigar el aumento de la temperatura planetaria y mantenerlo entre 1.5°C y los 2°C. Este anuncio en realidad no son buenas noticias, pues lo que esto implica es que aun si pudiéramos frenar en este mismo momento el efecto invernadero, aun si pudiéramos eliminar todas las emisiones emitidas en el planeta y pudiéramos frenar todas aquellas acciones que están causando el calentamiento global, aun así, y de todos modos, la temperatura incrementará 0.5°C, y este resultado por supuesto no implica, de modo alguno, un escenario exitoso para el mundo, pues con ese incremento todavía se deriva la existencia de una serie de impactos negativos para la forma de vida humana tal y como la conocemos hoy.

Lo inevitable del cambio climático nos requiere y nos exige encontrar formulas que consideren la adaptación. Soluciones que requerirán de los esfuerzos públicos y privados, pues el problema que tenemos enfrente no es de unos sino de todos. El cambio climático no es un problema político, ni es un problema social, tampoco es un problema económico, el cambio climático es un problema político, social, económico, jurídico, cultural... es un problema de la humanidad, en el sentido más amplio de ese término.

Si consideramos el computo que hace el Banco Mundial, en estos momentos los cambios climatológicos extremos cada año han empujado a 26 millones de personas a la pobreza y perdemos alrededor de 300 billones de dolares al año a causa de los desastres naturales, con esto queda claro que la prevención es importante, pero la adaptación es necesaria.

Soluciones que tienen que mostrar la vía para cambiar nuestros hábitos individuales de consumo y de gasto diario, sí, pero también cuestiones relacionadas con nueva infraestructura, con los diseños urbanos, con el mantenimiento de ecosistemas para la subsistencia y el abastecimiento alimentario, con el transporte, el mantenimiento del agua, la energía, la salud alimentaria, la prevención médica ante nuevas enfermedades y un largo etcétera.

Ante este panorama, debemos ver con beneplácito la convocatoria del gobierno holandés. Ante esta inminente calamidad, disfrazada de catástrofe, que ya califica como el único problema de nuestro tiempo, debemos agradecer la iniciativa. Me queda claro que el panorama que tiene Meade frente a él no es alentador, estoy seguro de que sus capacidades intelectuales, que son altas y suficientes para enfrentarlo, se verán presionadas por una realidad que aparenta panoramas distópicos que desde ya le presentan dos responsabilidades: una, dialogar con los habitantes actuales de un planeta que en su gran mayoría niega el inminente deterioro ambiental, y otra con una humanidad que aún él no conoce, pero que si logra su cometido algún día le agradecerá. Una responsabilidad de litigar con el presente, la otra, con la de asegurar un futuro.

Embajador de México ante los Países
Bajos. Representante permanente
ante la OPAQ

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