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En Nueva Zelanda, se encuentra uno de los paisajes más peculiares del mundo: las Cuevas de Waitomo. Son conocidas por el fenómeno de bioluminiscencia que ocurre en su interior.
El sistema de cavernas se llama así por el distrito donde se ubica, a tres horas de la ciudad de Auckland. En la región se conocen aproximadamente 300 cuevas en total.
Aunque a menudo se confunden con luciérnagas o gusanos, los insectos que habitan las cuevas son en realidad larvas de una especie de mosquito, endémica de Nueva Zelanda. Cuelgan de los techos de las cavernas formando hilos y se alimentan de otros insectos.
Las cuevas, formadas de piedra caliza, fueron descubiertas a finales del siglo XIX por Tane Tinorau, un jefe maorí dueño de las tierras en ese entonces. Poco después se abrieron a los visitantes. Hoy en día, algunos descendientes de Tinorau forman parte de los guías turísticos.
Cómo explorarlas
La forma más conocida de conocer las cavernas es en bote. Existen tours de 45 minutos, donde además de admirar los techos luminosos, navegas entre estalactitas y estalagmitas.
Aunque no se centran únicamente en la bioluminiscencia, también hay recorridos que involucran actividades de aventura. En el interior de las cuevas se puede practicar tubing -que consiste en deslizarse por el río sobre una llanta-, escalada y saltos al agua.

Una de las cuevas, Ruakuri, es accesible para usuarios de silla de ruedas. Además, el recorrido por sus profundidades es el más extenso de Waitomo.
Sitio web: www.newzealand.com