Si algo distingue a la mayor isla del Italia es su increíble diversidad cultural, producto del encuentro de griegos, romanos, árabes, normandos, españoles, franceses e italianos que dejaron una huella imborrable reflejada en la riqueza del arte y la arquitectura, en la gastronomía y los vinos, en el folclor y en las tradiciones populares.

Lo imperdible

1. Asistir en julio a las Fiestas de Santa Rosalía en Palermo, capital de la isla; conocer su casco antiguo y sus atractivos más emblemáticos como el pintoresco mercado de la Vucciria, el Palacio Real, La Martorana, la catedral, el Palacio Chiaromonte y Santa Maria La Nuova. Tampoco hay que dejar de lado la zona arqueológica del Monte Jato; Mondello, sobre una bahía a los pies del Monte Pellegrino, en cuya cima está el Santuario de Santa Rosalía.

2. Comprar cerámica artesanal en las fábricas de Caltagirone y Santo Stefano di Camastra, entre Mesina y Cefalú.

3. Hospedarse en Verdura Resort, en Sciacca, para acceder al Valle de los Templos de Agrigento, Patrimonio de la Humanidad que preserva los restos de cinco santuarios dedicados a Juno, Júpiter, Castor y Pólux, Hércules y la Concordia.

4. Visitar Siracusa, lugar de nacimiento de Arquímedes; el Parque Arqueológico de Neapolis y la isla de Ortigia, auténtico museo al aire libre, donde son de visita obligada el Templo de Atenea, la catedral y el Palazzo Bellomo.

5. Planear una escapada al poblado fenicio de Marsala para visitar los viñedos que dan origen a su famoso vino; a Catania, donde nació del compositor Vincenzo Bellini; a Segesta con uno de los templos griegos más impresionantes de Sicilia o al volcán Etna y las Islas Eólicas, como Lipari, Panarea, Vulcano y Strómboli.

6. Alojarse en el glamoroso Villa Sant Andrea para un fin de semana de relax y cenar en el premiado Principe Cerami, de auténtica cocina siciliana gourmet del chef Massimo Mantarro.

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