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Hay tristeza en el aire. Lágrimas de verdad, cantos lastimeros y golpes secos de tambores. A veces también hace frío y de repente llora un niño cansado y aburrido. Es viernes por la noche, pero San Luis está de luto.
¿Por qué viajar a la capital potosina a ver caras acongojadas en Semana Santa? Porque la Procesión del Silencio es la mejor del mundo, después de la de Sevilla, dicen. ¿Y por qué es la mejor? Porque en ella participan 2 mil personas, es la única que se desarrolla de noche y que representa todas las estaciones del Via Crucis, como Dios manda.
Se ha corrido la voz: acuden a presenciarla unos 80 mil espectadores.
Ocho de la noche. Suenan las campanas del Templo de El Carmen en el centro histórico de la ciudad. El clarín ordena silencio. Las puertas se abren. Inicia la procesión de las 30 cofradías de los templos y barrios tradicionales. Nazarenitos, macarenas y charros; mujeres envueltas en rebozos elaborados a mano por las maestras tejedoras de Santa María del Río; damas vestidas de negro, con mantillas y peinetas, que recuerdan a la tía regañona; costaleros envueltos en túnicas que cumplen una manda al llevar en hombros una imagen de la Pasión en tamaño natural.
Pero los que coleccionan la mayoría de los clics fotográficos son los encapuchados, cófrades vestidos de hábitos coloridos. La capucha en forma de cono esconde la identidad de toreros, artistas y hasta de políticos.
El silencio y las velas acompañan la procesión que dura un par de horas. Pero su aparición puede tardar otro tanto y mientras eso ocurre se rompe la solemnidad con un cuchicheo, el olor a garnacha o con las risitas apretadas de unos adolescentes.
Las saetas son cantos compungidos que erizan la piel y rompen la afonía. La cofradía de la Virgen de la Soledad, la de los toreros, carga la imagen más venerada. La Dolorosa llora la muerte de su hijo. No hay expresión más triste y desolada que la de ella, aunque luzca una corona de oro. Los costaleros sí que pagan sus culpas o los favores recibidos. Entre 40, levantan más de una tonelada.
Ve preparado
El visitante puede comprar una silla para observar la procesión en las calles. Hay que apartarla con dos días de anticipación. Los boletos cuestan entre 40 a 150 pesos. Se consiguen en el Hotel Panorama y en la Casa de las Tradiciones Potosinas, entre otros lugares más. La espera para ver la procesión puede ser de dos horas, así que más vale ubicar un baño cercano, sobre todo si llevas niños. En www.visitasanluispotosi.com descarga el mapa de la ruta, con ubicación de las taquillas, módulos de información y puntos donde se entonarán las saetas y pregones.
Durante tu viaje…
Alfredo Ortega, director de Operación Turística de San Luis Potosí te recomienda:
Tres restaurantes: La Gran Vía, El México de Frida y La Consagrada. En este último ofrecen variedad de mezcales potosinos. Prueba su pizza de jamaica.
Tres paseos: “Sentir para ver” es un recorrido guiado por un ciego. Cubre tus ojos y conoce el centro histórico a través del tacto y el oído. (Tel. (444) 812 9939, ext. 167). La Ruta del Mezcal es una escapada de ida y vuelta a las fábricas donde se elabora el destilado. Puede incluir degustaciones. Por último, Santa María del Río, cuna del rebozo. Se organizan visitas guiadas a talleres.