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1. Italia. El gran Cinturón de Fuego
Stromboli, Vesubio y Etna: los tres volcanes más famosos de Italia forman un cinturón de fuego entre Sicilia, Campania y las Islas Eolias. El Stromboli, que dio origen a la isla del mismo nombre frente a las costas de Calabria, es el lugar de donde salieron el profesor Lindenbrock y su equipo luego de su viaje al centro de la Tierra. Está en actividad desde hace décadas y al anochecer los chorros de lava que explotan desde el cráter crean todo un espectáculo para quienes viajan en barco hacia o desde el continente. Se organizan visitas diarias con guías especializados cuando las condiciones de seguridad lo permiten.
La isla de Stromboli es un destino de turismo VIP, por sus playas tranquilas y la magia del volcán, desde que una película de Roberto Rossellini en 1949 la dio a conocer al mundo entero.
El Vesubio y el Etna también son iconos turísticos de Italia: se accede al primero desde Nápoles o las ruinas de Pompeya, por una ruta asfaltada con caminos que llevan hasta el borde del cráter. En Sicilia también se puede subir a la cumbre del Etna, emulando así a Alejandro Dumas, el primero en publicar un relato de esa aventura en 1842.
2. Nueva Zelanda. Un cráter en medio del mar
White Island es una de las visitas más impactantes que se pueden hacer en Nueva Zelanda. Esta pequeña isla de dos kilómetros de largo se encuentra en la Bahía de la Abundancia, a unos 40 kilómetros de las costas de la Isla Norte. Se llega en barco o helicóptero y esta segunda opción, si bien es más cara, es una experiencia para toda la vida. La travesía permite cruzar una zona de colinas como en El Señor de los Anillos y El Hobbit (películas filmadas en esta región), sobrevolar el mar y ser recibido desde el aire por las columnas de humo que salen del doble cráter. White Island entra en erupción regularmente; la última vez fue en 2013. El helicóptero se posa en un campo de lava, que se recorre durante más de una hora, en compañía del piloto-guía. Se llega hasta el borde del cráter, ocupado por un lago; se pasa junto a pozos de azufre y se recorren las ruinas de la antigua planta.
Las excursiones en helicóptero salen de Rotorua, una ciudad construida en otro sitio volcánico, con mucha actividad geotermal simbolizada por los géíseres más altos del hemisferio sur.
3. Islandia. Erupción en los noticieros
Eyjafjallajökull es un nombre difícil de escribir y casí imposible de pronunciar. Sin embargo, fue el epicentro de las noticias en Europa hace un par de años, cuando la nube de sus cenizas perturbó el tráfico aéreo durante varias semanas.
El Eyjafallajökul es en realidad un glaciar. Se encuentra sobre un volcán, el Eyjaföll, que estuvo activo durante varios meses en 2010.
El glaciar, cuyo nombre fue dado al volcán durante su erupción y en una película francesa que salió poco tiempo después, es muy fotografiado porque se encuentra relativamente cerca de la Ruta 1, la única que rodea toda Islandia. Es posible observarlo desde el ferry hasta las Islas Vestmann, un destino turístico popular sobre la costa sur del país.
Eso sí, no es ni el único ni el mejor ubicado para visitar. En la gran llanura del sudoeste, cerca de la ciudad de Selfoss, el volcán Hekla es como un hermano del Monte Fuji, un cono de cabeza blanca que se levanta en medio de la planicie. Desde Selfoss o el pueblo de Hvolsvöllur se organizan cabalgatas hasta la base, siempre y cuando se pueda. Se trata de uno de los volcanes más activos de Islandia. La última erupción fue en el año 2000, pero los geólogos lo están siguiendo de cerca. Desde hace un par de años, movimientos de magma están por provocar una nueva fase de actividad.
4. Caviahue-Copahue. Aventuras de colores
Entre todos los volcanes de la Cordillera, el Copahue, en Neuquén, es un secreto bien guardado. Menos conocido que el Lanin y otras cumbres de los Andes. Se puede ascender con relativa facilidad, gracias a las excursiones a caballo y en vehículos todoterreno que permiten llegar hasta cierta distancia del cráter, al que se alcanza caminando. No es un trekking tan fácil, ya que es muy empinado y hay olor a azufre y ácido que emana del lago en el fondo del cráter. En la parte menos expuesta al sol, un pequeño glaciar perdura en verano al lado de las aguas calientes. Sus colores verdes y amarillos denotan altas tasas de azufre, sulfatos, cloros y ácidos. Es una salida que se realiza en verano, cuando la montaña está libre de nieve.
A unos diez kilómetros del pueblo de Caviahue -que se transforma en centro de esquí durante el invierno- está el centro termal de Copahue, también producto de la actividad volcánica y geotermal de la región. En Las Maquinas hay más fuentes termales y en el Salto del Agrío se puede admirar una de las más espectaculares repercursiones del vulcanismo: un salto de aguas sulfurosas que dejó depósitos de colores ocres, rojos y amarillos sobre las rocas.
5. La Reunión. Calor tropical
Esta pequeña isla francesa del océano Índico tiene uno de los volcanes más activos del planeta y es el lugar ideal para todos los que quieren ver una erupción en curso. El Pitón de la Fournaise ocupa todo el sur de la isla y culmina a más de 2 mil 600 metros de altura. Está en erupción desde el mes de agosto. Aún en periodos de actividad, se organizan visitas con guías hasta lo más cerca que se pueda de los flujos de lava.
Las salidas varían según las condiciones y la fuerza de las erupciones, pero se puede llegar por lo general lo suficientemente cerca como para sentir el insoportable calor que emana del volcán, además de los olores. El piso se siente más caliente a medida que uno se acerca. La isla ofrece contrastes increíbles: aunque está rodeada por el Índico, los valles entre los demás volcanes del centro se encuentran tan aislados que se necesitan helicópteros para acceder. Hasta hace poco sus habitantes nunca habían visto el mar.