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Río de Janeiro.— Si de sumar medallas olímpicas se trata, Michael Phelps es un insaciable, un monstruo de la piscina, que ayer sació su voracidad dorada con la presea 28 en su carrera deportiva; la 23 de oro.
Y es que, el estadounidense no podía poner fin a su carrera de otra forma. El nadador más galardonado de la historia se debía un último momento de gloria; el aplauso interminable en el Centro Acuático María Lenk donde los aficionados le rindieron pleitesía tras coronarse en la prueba de relevos 4 x 100 combinado.
Ryan Murphy, Cody Miller y Nathan Adrian fueron los cómplices en su última aventura olímpica. Esta vez, ha prometido el tritón, su despedida no tendrá retorno como sucedió en Londres.
El equipo culminó la prueba con tiempo de 3:27.95 y un nuevo record olímpico. Detrás los ingleses (3:29.24) y australianos (3:29.93).
La espera para la ceremonia de premiación demoró casi media hora, pero valió la pena.
En el podio, Michael no pudo evitar conmoverse como lo hicieron su prometida Nicole y su madre en las tribunas. Y no era para menos.
Con su última dorada al cuello, Phelps posó junto con sus compañeros y dijo adiós.