Más Información
Pifia ortográfica se cuela en transmisión del debate sobre CNDH; “Dictamen a discución” pasa desapercibido en Canal del Congreso
Delegación mexicana va a la COP29 en Azerbaiyán; promoverá “política ecológica y ambiental humanista” de Sheinbaum
Piden a Sheinbaum estrategia contra promesas de campaña de Trump; “lo va a cumplir”, advierten académicos de la UNAM
heribertomurrieta65@gmail.com
Cuando todo parecía indicar que la corrida se iba a desbarrancar inevitablemente, Joselito Adame sacó a flote el festejo al cortarle las dos orejas al último toro de la ganadería de Los Encinos, ayer en la Monumental Plaza México.
Tanto José Tomás como Joselito, habían logrado el milagro de llenar la plaza de toros más grande del mundo con 45 mil espectadores deseosos de un triunfo grande que parecía que no llegaría nunca.
Joselito cumplió con una excelente actuación en sus tres turnos. Al segundo de la tarde le hizo una faena derechista a media altura, por momentos, poniéndose muy cerca del toro de Fernando de la Mora, pero para su mala fortuna falló rotundamente con la espada: tres pinchazos, un chalecazo y una estocada caída lo dejaron al margen de algún posible trofeo. Para colmo, escuchó un aviso.
Nada fácil era el cuarto de la función, un toro exigente de Los Encinos que sacó temperamento y picante. Joselito le dio pases de uno en uno con exposición al encastado ejemplar, encelándolo en todo momento pero nuevamente estuvo desatinado con el acero: pinchazo y estocada trasera.
En el sexto, después de un luminoso quite por zapopinas, realizó una faena intensa y estructurada, de gran calado entre la multitud. Lo mató de una formidable estocada recibiendo y conquistó las dos orejas para proclamarse el máximo triunfador de la jornada.
José Tomás enfrentó en primer término a un toro de Los Encinos que llegó muy apurado de facultades al último tercio.
El diestro de Galapagar hizo un gran esfuerzo y acabó por sacarle muletazos con base en su enorme valor y aguante. Fue prendido en dos ocasiones. En la segunda, el cuerno del toro le apuntó dramáticamente al cuello, escapando el coleta español milagrosamente de la cornada. El público, que estaba con el Jesús en la boca, le protestó más tarde la concesión de una oreja, que terminó entregando a la cuadrilla.
Tomás saludó en los medios. El tercero fue un toro suavote y noble, bajo de casta, de la ganadería de Fernando de la Mora. Dio derechazos y naturales de gran temple tras dejarlo a su aire en distintos momentos de la faena. Mató al segundo viaje y escuchó un aviso.
El quinto de Fernando de la Mora fue devuelto por su falta de presencia y sustituido con uno de Xajay que era aún menos. Bajo condiciones menos hostiles, el toro de Fernando habría pasado sin problemas, pero a esa altura de la tarde el público estaba inconforme con lo que no terminaba de pasar en el ruedo. Una primera reflexión a vuelapluma nos lleva a pensar que nuevamente se tuvo un error de cálculo al reseñar la materia prima, pues se pudieron traer toros que no dejaran lugar a ninguna duda.
A final de cuentas, el resultado artístico de la corrida histórica no fue lo que se esperaba, pero queda la gran noticia de que el espectáculo taurino se mantiene vigente en nuestro país.