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francisco.garza@clabsa.com.mx
Fue el domingo 10 de junio de 1984 cuando las Águilas consiguieron ganar su cuarto título de liga en la era profesional, y qué mejor sabor que hacerlo en un Clásico de Clásicos, ante las odiadas Chivas, equipo que la campaña anterior había eliminado a los cremas en las semifinales.
En la temporada 1982-83, América había roto todas las marcas, fue un año memorable para el americanismo, pero también significó una de las mayores tristezas en la historia del club, ya que ni los 61 puntos logrados, con un 80.26 por ciento de efectividad, y nunca haber perdido en calidad de local, pudieron ser suficientes para vencer a los tapatíos.
En el partido de ida, los comandados por Carlos Reinoso se trajeron una victoria de 1-2, pero, América, pecó de exceso de confianza, además de un pésimo trabajo arbitral de Edgardo Codesal, para que en el mismísimo Estadio Azteca, en la vuelta, Chivas se llevara una victoria de 0-3.
Ya para la temporada 1983-1984, las Águilas volvieron a ser líderes del campeonato con 51 puntos, con mayor madurez y con un más experimentado Carlos Reinoso en la banca.
“Fue una final muy triste porque nosostros teníamos toda la intención de ganar, fue un partido que pudo irse para cualquier lado y a final de cuentas América definió muy bien y esa fue la diferencia”, aseguró a EL UNIVERSAL, el ex jugador de las Chivas, Fernando Quirarte.
La venganza deportiva estaba a punto de culminarse, ya que en el partido definitivo chocarían con las Chivas, y se jugaría la que es denominada por el americanismo como la “Final de finales”, por todo el valor agregado que tiene derrotar a este rival y más en esta instancia, lo que hace incomparable este campeonato con cualquier otro.
En el partido de ida, las cosas pintaban muy bien para las Águilas, quienes hasta el minuto 63 llevaban la delantera 0-2, con tantos de Carlos Hermosillo al minuto 9, y de Mario Trejo al 63’, pero el conjunto de Reinoso se quedó con 10 hombres, tras la expulsión de Carlos de los Cobos, lo que ocasionó desatenciones defensivas, situación que aprovecharon los tapatíos para empatar el marcador con goles de Eduardo de la Torre al 79’ y de Néstor de la Torre cuatro minutos más tarde.
La fecha indicada llegó. El domingo 10 de junio de 1984 América pudo derrotar con autoridad a unas Chivas que jugaron un buen primer tiempo.
Sin embargo, casi al final del primer tiempo, con el marcador empatado a cero goles y sin Armando Manzo, expulsado al minuto 26, los americanistas recibieron un susto enorme que pudo significar la derrota, cuando Miguel Zelada le cometió un penalti a Ricardo “Snoopy” Pérez, cuando éste ya se enfilaba para anotar.
Eduardo Cisneros fue el encargado de cobrar, pero los buenos reflejos de Zelada evitaron la debacle, al volar cuan largo es hacia su costado derecho, retener el esférico y despejarlo en dirección a las tribunas.
Para la parte complementaria resurgió el vuelo del ave. Apenas al minuto 57, el gol de Eduardo Bacas, en una jugada de puro coraje, significó el 1-0 momentáneo.
El 2-0 fue de Alfredo Tena al 65’. En un tiro de esquina cobrado por Daniel Brailovsky, peinó Javier Aguirre y en el área chica cerró el “Capitán Furia”, quien festejó abriendo los brazos como alas de águila y corriendo por toda la cancha.
A cinco minutos del final, Chivas hizo el de la honra por conducto de Fernando Quirate en un penalti, pero eso no bajó los ánimos de los azulcremas, que al contrario, fueron por otro gol más.
El 3-1 definitivo y 5-3 global llegó en una buena jugada personal de Javier Aguirre al 90’, quien en dos tiempos convirtió un vistoso gol, al quitarse de derecha a un defensor y en segundo toque sacar potente disparo de zurda que venció a Celestino Morales.
De cualquier ángulo donde se vea, este título significará, por años, la mayor alegría de todo el americanismo, además de que en ese equipo había reales figuras que perdurarán para siempre en la memoria colectiva.