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hector.morales@eluniversal.com.mx
Jorge Gómez fue el hombre que selló la primera gloria americanista en la era profesional, mediante un “accidente”. Hizo un gol olímpico que decretó el 2-0 ante Veracruz en CU, el 19 de diciembre de 1965, para que los Cremas dieran la vuelta con el trofeo de campeón en las manos.
Pero el apodado “Coco” no quiso hacer ese tanto desde el cobro tiro de esquina. Fue una jugada del destino, porque “yo quise centrar”.
“Cuando lo metí, dije que lo había intentado meter. Hoy digo la verdad: tiré a centrar. Lo que pasa es que uno pone en la parte más alta del balón para pegarle mejor, a la hora que le doy, se mueve el balón, le pego casi con la punta. Es por eso que se eleva tanto y realiza una curva tremenda”, explica Gómez en charla con EL UNIVERSAL.
Y aclara: “Pero si no entra Chalo [Javier] Fragoso a primer poste, el portero agarra muy fácil el balón. Luego lo intenté muchas veces y no pude, incluso sin portero. Es muy difícil, se tienen que conjuntar muchas cosas. Era con la pierna derecha, del lado derecho, de tres dedos. La verdad, yo tiré a centrar”.
La alegría de la escuadra capitalina, que tenía entre sus filas a elementos como Arlindo y José Alves “Zague”, era inmensa en ese entonces. Desde la campaña 1927-28, aún en la etapa amateur , el América no había podido coronarse.
Antes del juego decisivo de la campaña 1965-66, los jugadores americanistas estaban seguros que podían quedarse con la corona, “porque habíamos hecho la cosas muy bien”.
“Empatando éramos campeones, ese gol olímpico que hice nos da la seguridad de que ya lo éramos. Tenía 17 años, imagínate, campeón con el América, estaba con un Mustang 65 que me regaló mi familia, era el rey de México, era el dueño de Coyoacán, por el cariño que me agarró la gente”, recuerda Gómez.
América terminó esa temporada con 42 puntos —cabe resaltar que en ese momento, sólo se entregaban dos unidades por triunfo—. Como escolta quedaron el Atlas y el Guadalajara, con 40.
“Para mí fue una gran satisfacción ser parte de ese América que fue campeón, después de 40 años de que no había logrado el campeonato. La última vez que lo hizo fue en la época amateur. El campeonato del 65 ya es de la época profesional y a todos nos dio muchísima emoción, mucha alegría”, dice “Coco”.
Una de las claves —la principal de acuerdo con Gómez— fue la unión en el seno crema en el que el apoyo era total. No importaban las etiquetas de astros o novatos.
“Anteriormente, los jugadores nos llevábamos muy bien, convivíamos, teníamos asados con las familias, de día de campo, a La Marquesa. Siempre nos queríamos mucho y apoyábamos. Los jugadores de ese momento eran todos estrellas, habían hasta bicampeones del mundo. Cuando uno de esos te aconseja, te motiva. Todos me ayudaron. El ambiente de antes era muy bonito en el América”, describe.
Al conjunto emplumado de hoy, el “Coco” sólo le reprochó los cambios en el uniforme.
“Lo que no me gusta es el cambio de color del uniforme. En mi época era playera crema, short azul y gris la media. Ahora es amarillo y blanco, no hay contraste”.
Sin embargo, sentenció: “Hay dos clases de aficionados, los que le vamos al América y los amargados. Las Chivas son el mal del país: ganen o pierdan, los albañiles no van a trabajar el lunes”.