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hector.morales@eluniversal.com.mx
México quiere organizar en 2026 un Mundial, con cargo al erario. Los aproximadamente seis mil millones de dólares que le costaría al país ser anfitrión de una tercera Copa del Mundo tendrían una inversión de hasta 90 por ciento proveniente de los impuestos de los mexicanos.
Sin embargo, las ganancias del evento serían para la FIFA, las televisoras, patrocinadores y selecciones participantes.
Por ejemplo, Brasil inyectó 11 mil millones de dólares —más de ocho mil fueron recursos públicos— para recibir el máximo evento del futbol internacional en 2014. A fines de ese año, la nación de la “Verdeamarela” acumuló un déficit de 90 mil 900 millones en su cuenta corriente. El organismo rector del futbol internacional, en cambio, obtuvo utilidades por dos mil millones de billetes verdes.
Un escenario similar viviría México en caso de obtener la sede, tras la justa de Qatar 2022.
“El problema es que en este tipo de eventos se subestiman los costos y se sobreestiman los beneficios. Esto es lo que hay que marcar no sólo en Brasil, sino en los anteriores Mundiales”, explica el CEO de la Agencia Euromericas Sport Marketing. Gerardo Molina, en entrevista con EL UNIVERSAL.
“Generalmente se asume que en un país organizador es muy rentable económicamente porque aumenta el turismo, creación de empleos, genera una infraestructura que se ve reflejada en nuevos caminos, hotelería, comunicaciones y en un porcentaje importante de millones en ventas. En la práctica, en un 95 por ciento [las ganancias] son para la FIFA y cinco por ciento para el país anfitrión”, revela el especialista.
La FIFA se ha vuelto cada vez más exigente con las naciones que pretenden acoger un Mundial. Solicita al menos 12 estadios con una capacidad mínima de 40 mil aficionados, incluyendo uno con un mínimo de 80 mil personas; respaldo total del gobierno y la iniciativa privada; seguridad para los asistentes, equipos y directivos.
“Se pide también, y es algo costoso, que se instalen redes, wifi, y un buen servicio para transmitir y darle cobertura a todo el mundo, para emitir las transmisiones para FIFA. Fue una inversión muy cara en Brasil”, expone Molina.
Además, la nación sede debe desarrollar infraestructura hotelera y aeroportuaria sólida. En estos temas los recursos gubernamentales salen como apoyo ineludible.
“México tiene buen nivel de infraestructura, el costo no sería para nada lo de Brasil, yo creo que podría ser de seis mil o cinco mil millones de dólares, incluso por de bajo de la mitad de lo que invirtió Brasil”, calcula el experto en marketing.
“La constante es que quién se hace cargo, entre un 82 por ciento y un 90 por ciento recaen en el sector público, que es el Estado, los impuestos de los contribuyentes, los bancos federales, los municipios y en un porcentaje menor, el sector privado. Debería revertirse”, indica Molina.
Una fuente consultada al interior de la Federación Mexicana de Futbol señala que hace 30 años el costo de una justa mundialista era de menos de mil millones de dólares. “En ese momento, era otra cosa. Hoy, los costos son muy distintos, por el tema de infraestructura”.
“Sin el dinero oficial, es imposible organizar un Mundial. Necesitas la inversión para todo lo que se nos pide”, evidencia en charla con este diario Alexey Sorokin, delegado del Comité Organizador de Rusia 2018. Es decir, si México quiere una nueva Copa del Mundo, el dinero para organizarla lo pondrán los ciudadanos. Las ganancias serán para la FIFA.