Rusia dio hoy cuerda al reloj e inició la cuenta atrás para el partido inaugural del Mundial de futbol de 2018, un campeonato que arrancará dentro de 1,000 días y que promete no dejar frío a nadie.

"Siempre estamos contentos de recibir a invitados, y prometemos organizar una grandiosa fiesta deportiva que, estoy seguro, pasará a la historia del deporte y del fútbol mundial", saludó a los asistentes el presidente ruso, Vladímir Putin, por videoconferencia.

El acto tuvo lugar horas después de que fuera destituido por presunta corrupción el secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, defensor acérrimo del Mundial de Rusia, al igual que su superior, Joseph Blatter.

No obstante, pese a las alegaciones sobre irregularidades en el proceso de elección de los Mundiales de 2018 y 2022 (Catar), Rusia no está dispuesta a mirar atrás, independientemente de lo que ocurra en la FIFA.

El proceso es irreversible, como demuestra el hecho de que Rusia ya acogió en julio pasado el sorteo de la fase de clasificación mundialista, en la que se encuentran involucrados ya dos continentes.

"Nuestras relaciones son magníficas y el entendimiento es pleno. No habrá problemas", afirmó Vitali Mutkó, ministro de Deportes y presidente de la Unión de Fútbol de Rusia, quien adelantó que apoyará la candidatura de Michel Platini a la presidencia de la FIFA.

Mutkó destacó que el secretario general en funciones de la FIFA, Markus Kattner, "está al corriente de todo el proyecto", y que "todas las decisiones importantes ya han sido adoptadas".

El pistoletazo de salida tuvo lugar a lo grande, cerca de las murallas del Kremlin y a escasos metros de la Plaza Roja, en donde se congregaron varios miles de aficionados, muchos de ellos niños.

Entre los invitados figuraban tres estrellas del fútbol ya retiradas como el alemán Lothar Mathaus, el español Fernando Hierro y el italiano Gianluca Zambrotta, además del portero internacional ruso, Ígor Akinféev, y varios políticos rusos.

Al unísono apretaron el botón que daba inicio a la cuenta atrás para la primera Copa Mundial que se celebrará en Europa Oriental y que vivirá su partido inaugural el 14 de junio de 2018 en el estadio Olímpico Luzhnikí, con capacidad para unos 80.000 espectadores.

Los aficionados rusos tuvieron la oportunidad de fotografiarse con la auténtica Copa del Mundo, que fue traída especialmente para la ocasión en una urna bajo estrictas medidas de seguridad.

Además, en pleno empedrado de la Plaza Roja se instaló un campo de fútbol de hierba artificial, con graderío incluido, en el que se disputó un torneo de fútbol entre las selecciones de Rusia, España, Alemania e Italia.

Los futbolistas de 16 años fueron dirigidos por Fernando Hierro, Matthaeus y Zambrotta, estos dos últimos campeones mundiales en 1990 y 2006, respectivamente.

"El espectáculo y el escenario son fantásticos", comentó a la prensa local Hierro, que disputó cuatro mundiales con España (1990, 1994, 1998 y 2002) y destacó que no hay nada comparable a una fase final.

En cuanto a la selección absoluta, en entrevista con el canal de televisión en español RT, destacó que, pese al fiasco del Mundial de Brasil, "el momento es excelente".

Y se atrevió a pronosticar una final en 2018 entre España, que se alzó con la Copa del Mundial en 2010, y Alemania, la actual campeona.

Idénticos actos festivos tuvieron lugar en las otras diez ciudades que acogerán partidos de la primera fase, que se disputarán sólo en la parte europea de Rusia, desde el enclave báltico de Kaliningrado a la capital de los Urales, Yekaterimburgo.

El jefe del comité organizador, Alexéi Sorokin, destacó que, pese a la profunda recesión económica en la que se encuentra sumida la economía rusa, los estadios se están construyendo según los plazos previstos, según confirmó recientemente el comité de inspección de la FIFA.

La remodelación del Luzhnikí, antiguo estadio Lenin que conservará su antigua fachada y la estatua del fundador de la URSS, concluirá en 2016, al igual que la construcción del estadio de San Petersburgo, el que más problemas ha dado, ya que las obras comenzaron hace una década.

Mientras, los estadios de Sochi (mar Negro) y Kazán ya están construidos, pero deben ser habilitados tras acoger los Juegos Olímpicos de Invierno y la Universiada, respectivamente.

El único que ya ha sido inaugurado es el del Spartak Moscú, que tiene cabida para 42.000 espectadores y donde ya se han disputado partidos ligueros e internacionales.

En cuanto al presupuesto de la organización, tras una ligera optimización, asciende a 636.000 millones de rublos o 8.500 millones de euros.

"Nos vemos en Rusia en 2018", proclamó Putin.

No obstante, un año antes del Mundial, en junio de 2017, Moscú, San Petersburgo y Sochi acogerán la Copa Confederaciones, torneo en el que ya tienen garantizado un puesto Alemania, Chile y el anfitrión, Rusia.

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