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Antes de festejar, Guillermo Vázquez exigió a Alejandro Castro y Gerardo Alcoba acercarse a la banda. Era la segunda vez que los Pumas estaban en ventaja, por lo que no perdonaría dejarse alcanzar de nuevo.
Explosiva velada del director técnico auriazul, quien pasó del júbilo a la cólera y regresó a la satisfacción gracias al momentáneo líder en el Apertura 2015, ese que se llevó el electrizante duelo frente al alicaído campeón.
Victoria (4-3) que, por ahora, coloca a los felinos en lo más alto de la tabla. Están a la espera de lo que haga el León en su visita a Toluca, pero Vázquez confirmó dos teorías: su conjunto ataca y defiende como pocos.
El problema es que la lucidez sólo está en las últimas líneas. Atrás, con todo y el liderazgo de Darío Verón, aderezado con el ímpetu de Alejandro Palacios, los universitarios sufren.
Quedó claro hasta en los últimos minutos, esos en los que los Guerreros intentaron rescatar el debut del director técnico español Francisco Ayestarán. No, sus problemas son mucho más profundos que la estrategia.
Fueron aprovechados por unos felinos tan bipolares en funcionamiento como en resultados. Por segundo torneo consecutivo hilaron cuatro victorias. La diferencia es que sólo han perdido dos juegos, basados en ese trinitrotolueno que presumen todos sus hombres con funciones ofensivas.
Diversidad que hizo añicos al Santos Laguna. Ismael Sosa acaparó reflectores con su doblete (43’ y 77’), aunque Matías Britos (27’) y Eduardo Herrera (31’) también subieron su nombre a la marquesina. Fidel Martínez no horadó la portería lagunera. No hizo falta. Su picardía y velocidad volvieron a ser determinantes en la exhibición ofensiva de los universitarios.
Equipo capaz de deleitar a su exigente timonel cuando ataca e infundirle miedo si lo que debe hacer es tratar de preservar el marcador.
La salida, por lesión, del ‘Pikolín’ acentuó los nervios de un hombre que sólo atinó a desahogarse en José Luis Salgado, ese auxiliar que soportó estoico el carrusel de emociones experimentado por su jefe.
El deseo del vigente monarca languideció durante los seis minutos que fueron añadidos. El Santos, con Pedro Caixinha o Ayestarán, comienza a habituarse a las catacumbas, mientras los Pumas también se adaptan a la bóveda.