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daniel.blumrosen@eluniversal.com.mx
Ahí, en esa invisible prisión delimitada por las interminables líneas de cal, Sergio Bueno conoció esa catástrofe con la que el Cruz Azul está eternamente ligado... Y la animadversión que siente su gente hacia él.
Eso explicó que el ya criticado director técnico de La Máquina, sólo se cruzara de brazos para contemplar la última media hora, en la que el Morelia sobrellevó la goleada (0-3) que edificó con base en rapidez, efectividad y hasta una pizca de suerte.
Dolorosa presentación de los Cementeros en el Apertura 2015. Nuevo entrenador, refuerzos y hasta distinta televisora, pero la historia es la misma: marcada por la calamidad. Su gente no necesitó más. Cerca del ocaso, el “!Fuera Bueno, fuera Bueno!” retumbó en el estadio Azul.
Futbol tan pálido como el tono celeste de la camiseta estrenada sobre el campo. La concurrencia desahogó su rabia con sonoros abucheos y celebraciones hacia lo realizado por los Monarcas, quienes demostraron tener la calidad suficiente para eludir el descenso. La victoria les permitió acercarse a un punto del Guadalajara en la tabla de cocientes y ya superar al Puebla, a reserva de lo que los Camoteros hagan hoy frente al América.
Por eso, Enrique Meza exigió entrega hasta el último segundo. Cuando se pelea por mantener la categoría, cada segundo cuenta, más allá del marcador. También si se defiende a una elástica histórica. El problema es que los jugadores del Cruz Azul mostraron que, además de conjunción, carecen de fortaleza mental.
Quedó demostrado con el derrumbe que siguió a aquel yerro de Gerardo Torrado en el penalti. Joao Rojas vendió el contacto con el defensa Facundo Erpen y el árbitro Roberto Ríos compró. El problema fue que el capitán cementero no fue eficaz.
Jugada catártica. La primera media hora se caracterizó por el dominio y anemia ofensiva local. Con todo y la tendencia a lesionarse que le distingue, Roque Santa Cruz jugó uno de sus mejores partidos, a la distancia. Jerónimo Amione comprobó que la responsabilidad del ataque azul le queda enorme. También al chico Víctor Zúñiga, quien tuvo un triste debut en la Primera División. Bueno suspiró por las ocasiones falladas cuando todavía no se abría el marcador... Y a causa de la ausencia de esos depredadores que tanto necesita.
Pieza clave que el Morelia tiene personificada en Pablo Velázquez. El paraguayo volvió al futbol mexicano por la puerta grande. Los dos tantos marcados por el ex jugador del Toluca (41’ y 50’) otorgaron paz a un plantel que se juega la vida en cada esférico.
Incluidos aquellos hombres que tienen la alegría a flor de piel. Ninguno como Jefferson Cuero. El colombiano desquició a la improvisada zaga.
Sí, también hubo suspiros por el lesionado Gerardo Flores y el seleccionado Francisco Javier Rodríguez.
En especial, tras el festejo de Cuero (35’), cuyo sólido cabezazo dejó desarmado a José de Jesús Corona y sin alma a La Máquina. Cinco minutos después de la falla de Torrado, los Monarcas encaminaron el duelo en la capital.
Fue entonces que Bueno empezó a dimensionar esa calamidad que persigue a los Cementeros desde hace casi 18 años. Una eternidad para su pueblo, que desahogó su hartazgo con la primera rechifla del semestre, en la que el ‘Borrego’ y el técnico fueron los objetivos.