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Joseph Blatter hizo del futbol una maquinaria que le generó a la FIFA ganancias por casi 12 mil millones de dólares en sus 17 años de gestión.

Utilidades logradas mediante tres bases fundamentales: la venta de los derechos de transmisión, los patrocinadores y la concesión de licencias para productos como videojuegos.

Según cálculos de Euromericas Sport Marketing, el suizo llevó a la bonanza económica al organismo rector del futbol internacional, sobre todo en los años mundialistas.

Sólo después de Corea-Japón 2002, la FIFA tuvo pérdidas por tres millones de dólares. Contraste con el resto de las ediciones de la Copa del Mundo en la era de Blatter.

Al término de 2006, año en el que se llevó la máxima justa del balompié en Alemania, la FIFA obtuvo su mejores números financieros. El récord millonario del mandamás balompédico quedó en un superávit de 249 mdd.

Cuatro años más tarde, tras la justa sudafricana, las ganancias fueron de 3 mil 802 mdd. Brasil 2014 significó para el organismo futbolero obtener un beneficio de 6 mil 441 mdd.

“Blatter, mediante los tres pilares que tiene su organización, creó un imperio equiparable a Disneyworld o Hollywood en el terreno del entretenimiento, pero éste es un imperio deportivo”, dice Gerardo Molina,  presidente de la empresa de mercadotecnia deportiva que realizó el estudio.

“Previo a la asunción de Blatter a la presidencia, hasta el mandato de Joao Havelange el futbol no tenía la dinámica que le imprimió Blatter. Con el suizo hubo un nuevo modelo de administrar el futbol mundial”, añade.

Los derechos de transmisión son el “diamante en bruto” que más explotó el mandamás del balompié internacional, ya que representan 43 por ciento de las entradas de dinero que percibe la FIFA.

Sepp entendió que el futbol tiene un carácter transversal, porque gusta a  los diversos estratos de la sociedad y había que explotar esa popularidad. ¿Cómo? Llegando a más países, básicamente mediante la televisión.

“Blatter vio que tenía una audiencia cada vez mayor. Con la comercialización de los derechos televisivos para poder llegar a más gente, más continentes, y con un nivel de audiencia en crecimiento. Desde que asumió la presidencia, prácticamente quintuplicó los millones de personas que siguen cualquiera de las competencias [de la] FIFA, en especial los Mundiales”, explica Molina.

Aunque el verdadero negocio en ese rubro “es la reventa de esos derechos. A las compañías que se les vendieron, y hay un comprador de derechos que los revende a 200 mercados diferentes en el mundo”.

Fin del ‘modelo Blatter’. La manera de gobernar de Blatter en la FIFA llegará a su fin, vaticina Gerardo Molina, especialista en mercadotecnia.

El presidente que suceda al europeo, hoy en el ojo del huracán y la justicia, tendrá que ejercer otro tipo de esquema con mayor ética y transparencia.

Una de las características principales que impuso el europeo en su modelo es una “centralización que en apariencia es descentralizada”. Es decir, todas las decisiones que se tomaban en las Confederaciones “tenían que ser aprobadas por el Comité Ejecutivo”.

Las ganancias económicas le fueron dando mayor importancia y peso político a Sepp y el resto de los integrantes del Comité Ejecutivo de la FIFA, que es  una Organización no Gubernamental, sin fines de lucro.

“Su modelo le fue dando tanto poder que generó ciertas inmunidades.  Blatter era considerado un presidente o ministro, hasta un rey,  que tenía poder absoluto. Hubo intentos de darle el Nobel de la Paz... es un tema porque dentro de ese modelo mezcló con lo meramente institucional y social”, señala Molina.

El “status quo” generado al interior del organismo con sede en Zúrich provocaron falta de competencia. El imperio del futbol pudo haber generado más utilidades que los 12 mil millones de dólares  que obtuvo en los últimos 17 años. Pero Blatter no quiso.

“El éxito está claro en cuanto a ganancia. Quien venga no puede seguir con el modelo Blatter, porque al ser tan concentrado, no permite que se puedan realizar las correspondientes auditorías y es un modelo que es de dudosa legalidad en muchos aspectos”, dice el especialista.

“Por ejemplo, el cómo elige la sede de los Mundiales, a quién concede derechos de televisión —que es donde provienen los mayores ingresos— y cómo establecen sus vínculos con los patrocinadores. En la gestión Blatter no ha dejado entrar a nuevas empresas que han querido dar más dinero que las actuales, las ha bloqueado: casos públicos, como el de  Nike vs. Adidas. La primera quiso entrar como patrocinador, pero no ha podido por una cuestión del esquema de falta de competitividad”.

En el Mundial de Brasil, la FIFA se quedó con 95 por ciento de las ganancias y el país sede con apenas 5%. La nación sudamericana —recuerda Molina—ni siquiera pudo gravar las utilidades de la institución futbolera por un acuerdo con el gobierno.

“Es el final de un modelo Blatter.  Si queremos el desarrollo transparente del futbol, tiene que funcionar tan bien en cuanto a ganancias, pero igual lícitamente, con gente transparente que tenga responsabilidad empresarial y ética muy grande. El modelo ha sido inhumano porque daba beneficios, pero terminaba beneficiando sólo a unos pocos”, finaliza Molina.

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