Un gol del mexicano Javier 'Chicharito' Hernández a dos minutos del final metió alReal Madrid en semifinales de Liga de Campeones (1-0) y derribó el muro del Atlético de Madrid al octavo intento, que sólo cedió en inferioridad numérica por la expulsión del turco Arda Turán.
La reedición de la última final presentó un ambiente de noche grande en el Santiago Bernabéu, uno de esos días en los que el futbolista siente la historia. Revanchas y maldiciones sobre el césped. El dolor rojiblanco de Lisboa ante una tendencia de impotencia madridista ante el rival que más le incomoda. Se presentó un duelo alejado de la belleza pero de una intensidad extrema.
Con rostro de perdedor en el pulso personal de Carlo Ancelotti ante Diego Simeone, el italiano dinamitó el derbi madrileño europeo con un movimiento inesperado. Situó a Sergio Ramos en el centro del campo y no como mediocentro, en una extraña posición caído a banda derecha donde aumentó el músculo, ganó todo por alto pero estuvo incómodo con la pelota, jugando hacia atrás para no perderla. Una innovación el día más importante de la temporada.
El único precedente había acabado con el camero expulsado en el Camp Nou. Un error del que se arrepintió Ancelotti pero al que recurrió para dejar definitivamente señalado a Asier Illarramendi, que ya sabe el camino a la puerta de salida del club. El Real Madrid igualaba la fuerza rojiblanca en la zona de máquinas, decisiva en el maratón de derbis de esta temporada de alegrías para los de Simeone.
Sabía lo que le esperaba el técnico argentino y su equipo aguantó el tipo de inicio. Con diez jugadores en 25 metros, retrasando de inicio demasiado la línea defensiva, entregando la posesión al rival. No hubo salida en tromba blanca, pero un disparo de Kroos y la inspiración de James invitaban a soñar al madridismo. La ausencia de Bale no tocó el 4-3-3 de Carletto. Cristiano sentía impotencia pegado a la cal de la banda izquierda y se liberó buscando protagonismo, con la ansiedad de los días grandes.
Sin Marcelo, Bale ni Benzema, al futbolista que más añoraba el Real Madrid era Luka Modric. Faltaba el jugador que traspasa líneas, Ramos no estaba para esa tarea e Isco cayó en la telaraña rojiblanca, desconocido en sus últimos partidos, como si se hubiese caído su autoestima al sentirse señalado cuando fue mandado al banquillo. Tiago sacaba la cabeza en la lucha, poniendo la pausa que le faltaba al resto de sus compañeros. Saúl superado por la grandeza de la cita obligaba a Simeone a modificar su dibujo inicial. Del 4-4-2 al 4-1-4-1 con trivote y Griezmann en banda izquierda para tapar las continuas subidas de Carvajal.
Ese movimiento de pizarra sirvió para que el Atlético adelantase metros y mostrase que tenía algo que decir. Un plan que cumplir superados los minutos en los que el dominio del Real Madrid debía transformarse en impotencia. La llegada de Carvajal no se repetía por la izquierda, donde se añoraba a Marcelo con un Coentrao alejado de su mejor momento físico. Desde la derecha llegaba un centro que remataba mal el 'Chicharito'.
Sintió el mexicano que era su día, el que tantos meses llevaba esperando, y fue un guerrero hasta que recogió el mayor premio. A su movilidad y desmarques añadió una lucha extrema por cada balón que le situó entre los mejores de la cita. El Real Madrid jugaba al ritmo de James. El colombiano siempre tenía algo que decir cuando tocaba el balón. Vertical, directo a por el rival. Dejó a 'Chicharito' con la portería ante él, escorado, pero chutó al lateral de la red.
Llegaban errores impropios del Atlético de Madrid que le conducían a la duda. Una mala salida de balón de Gámez dejó la pelota muerta para que Cristiano chutase cruzado. Pasaban quince minutos cuando asomó por el área de Casillas por primera vez. Con su nueva arma ofensiva, los saques de banda de Gámez que tras el rechace lo enganchó Koke desviado.
Sin alardes ofensivos el duelo pasó a ser de intercambio de golpes. Una falta de James la respondía Gámez con un disparo que blocaba Iker. Un centro magnífico del colombiano lo remató Chicharito y Juanfran salvó a su equipo. Cristiano lo probaba a balón parado pero se topaba con una pesadilla llamada Oblak.
El portero esloveno se agigantó como en la ida a un minuto del descanso. Salvó uno de esos errores que cuestan eliminatorias, de Saúl en una mala salida de balón, que aprovechaba James para dejar solo a Cristiano en el mano a mano que sacó Oblak a su izquierda.
Nacía la segunda parte con un guión abierto, buscando un desenlace a una batalla futbolística que tuvo como protagonista inesperado al colegiado alemán Félix Brych. Hasta la decisión que marcó la eliminatoria la igualdad marcaba el duelo.
El Atlético de Madrid mostraba una vez más que es el bloque más difícil de derribar, el peor rival posible. Cuando recibió ocasiones apareció Oblak. Varane dejaba dos testarazos en saques de esquina, Isco inventaba su mejor pase de la noche para dejar solo al Chicharito que cruzó en exceso su disparo.
Era cuando el plan de Simeone entraba en acción. Una película ya vista de forma repetida en el Bernabéu. Pese a algún cambio extraño, como sentar a Griezmann cuando comenzaba a haber espacios. Una indecisión de Varane y Casillas concedió un córner, Gabi enganchaba un disparo que se estrellaba en la zaga blanca. Un buen pase de Juanfran lo desperdiciaba Koke con un remate blando a manos de Iker. Era el final, una entrada en plancha que nunca sería amarilla para los rojiblancos y merecedora de la segunda amarilla para los madridistas acabó con el turco en la ducha.
Restaban 14 minutos por jugar que se le hicieron eternos al Atlético de Madrid. Las ocasiones llegarían. Oblak cerró su exhibición sacando otra a Chicharito al minuto 80, saliendo rápido para tapar portería y rozando el balón para mandarlo a córner, pero nada pudo hacer a dos minutos del final.
Como en Lisboa, cuando todo llegaba a su fin, llegó el gol del Real Madrid. Cristiano pidió el balón, rompió en velocidad, se asoció con James y regaló el tanto al Chicharito. El fútbol premió al invitado, al jugador que pasó del exclusión a la titularidad en el día clave. La explosión del Bernabéu más que por semifinales era por volver a tumbar, siete partidos después, a un Atlético que vuelve a ser grande gracias a Simeone.