Julio César Chávez González, nacido en Ciudad Obregón, pero adoptado por Culiacán, camina presuroso rumbo a otra transmisión de boxeo sabatino.

Está de buen humor. El mes de septiembre lo llena de recuerdos, por lo que abre un paréntesis y se acomoda para la charla.

“¡Vente pa’cá!”, dice, en tono imperativo, y se acomoda en un sillón del lobby de este hotel al sur de la Ciudad de México.

Se vienen dos combates especialmente interesantes, con mexicanos de por medio: Carlos Cuadras ante el nicaragüense Román González y Saúl Álvarez ante el británico Liam Smith, el 10 y el 17 de septiembre, en Los Ángeles y Texas.

En ellos seguramente se repetirá el ritual de miles de personas al pie de la butaca, inflamados de nacionalismo, apoyando a sus paisanos.

Si alguien puede opinar de esto con autoridad es Julio César Chávez, conocido como Gran Campeón Mexicano, quien sostuvo 14 contiendas en este mes.

Al principio de su carrera llegó a combatir dos veces en el mismo periodo.

Comentarista de Box Azteca, donde su grito “¡hay tiro!” se ha convertido en el sello de la casa, Chávez abre el grifo de la nostalgia:

“Es el mes patrio, es el mes que a todos los mexicanos nos gusta, sobre todo en Las Vegas, Nevada. Se puede decir que es mi mes, pues fue cuando me coroné campeón del mundo (ante Mario ‘Azabache'’ Martínez, el 13-09-84), donde gané los campeonatos mundiales: ligero, superpluma, superligero, las grandes peleas las gané en septiembre, es un mes muy bonito para mí”.

—¿Qué sentías al ser recibido por miles de personas que añoran su patria?

—Es increíble la cantidad de mexicanos que hay en Estados Unidos. Cómo quieren al mexicano cuando va representando a México, sobre todo porque se sienten ofendidos, desamparados. Entonces, cuando un mexicano va a competir en futbol, béisbol, pero sobre todo en boxeo, el apoyo es grandísimo.

—Tu leyenda comienza un mes de septiembre ante Mario “Azabache” Martínez.

—Un 13 de septiembre (de 1984) es la fecha que nunca se me va a olvidar. Di la sorpresa, porque nadie creía en mí. Porque él era el conocido, el retador número uno, ese día nunca se me va a olvidar porque fue mi primer campeonato mundial.

—¿Cómo ves la pelea Cuadras contra “Chocolatito”?

—Es una pelea muy difícil para Cuadras. Creo que tiene la capacidad, la valentía, el boxeo, pero... Para ganar necesita hacer una pelea perfecta, porque si no... va a estar difícil.

—Pero “Chocolatito” va subiendo de peso (a supermosca).

—Sí va subiendo de peso, pero lo buen peleador no se le quita.

—¿“Canelo” la tiene más “fácil”, cómo ves?

—“Canelo” va a batallar más con el peso que con el rival. Es un peleador que sí, es campeón del mundo, pero no ha peleado con nadie, no le ha ganado a nadie. Es la primera vez que sale de su patria. Creo que “Canelo” va a ganar la pelea, nada más.

¿Cómo vencer a un relámpago?

Vestigios de su fiereza asoman cuando un empleado de seguridad del hotel pide, inoportunamente, que nos cambiemos de lugar, justo cuando estaba hablando de la mejor pelea de su carrera, la primera ante Meldrick Taylor.

“¿Qué no ves que me están entrevistando?”

El empleado, cauteloso, opta por atender otras obligaciones.

Continúa sobre aquel polémico combate que el réferi Richard Steele detuvo cuando faltaban segundos para que terminara, alzándole la mano al mexicano, quien iba perdiendo en las tarjetas.

—¿En verdad ya no podía Taylor?

—¡Ya no podía tampoco yo! Ja . Fue una pelea muy dura, muy difícil, creo que hice un esfuerzo sobrehumano. Era un peleador muy rápido, muy fuerte, tenía que pelear a un ritmo igual de él. Me agoté demasiado, afortunadamente pude noquearlo en los últimos segundos, creo que ha sido la pelea más memorable de mi carrera.

—Después de esa pelea Meldrick Taylor nunca fue el mismo ¿Lo has visto recientemente?

—Sí, la verdad ya no quedó bien, tiene problemas de habla, desafortunadamente, el boxeo así es, muy duro, de mucho contacto. Ya no quedó bien después de esa pelea.

Esos oscuros años

El ahora comentarista, de 54 años cumplidos el 12 de, faltaba más, julio, salpimenta las transmisiones de boxeo con sus arrebatos, a veces se pasa de sincero, en otras ocasiones discute con sus compañeros de micrófono. A la gente le gusta precisamente eso, que se salga del guión, como lo hace en esta plática, que originalmente iba a versar sólo del cuadrilátero.

—¿En qué momento estás de tu vida?

—Yo creo que estoy en el mejor momento. Acuérdate que yo caí en el alcohol y las drogas, para mí fue un verdadero infierno, pero gracias a Dios puede superar esa gran enfermedad, me ha costado mucho trabajo. Tengo dos clínicas de rehabilitación, gracias a Dios trato de ayudar a la gente que tiene el problema de alcohol y drogas. A eso me dedico ahora.

—Y a tu trabajo como periodista, nos haces la competencia.

—Je . Bueno, trabajo en ESPN en Estados Unidos, en Los Ángeles, en el programa A los Golpes, también en TV Azteca, todos los sábados en Box Azteca, ya tengo varios años. Me siento contento, porque es sobre una carrera que practiqué y decir lo bueno y lo malo sobre un peleador, pues no se me dificulta.

—Se valora tu autenticidad. ¿“¡Hay tiro!” es de tu invención?

—Sí, es mío, es mío. No recuerdo en qué pelea fue, la verdad, necesitaría checarlo, pero fue en una función donde estaba muy alegre y emocionado. Se volvió el sello de la casa.

—¿Esas expresiones te salen naturales?

—Sí, es natural todo eso, lógicamente digo muchas pendejadas, pero soy auténtico, me gusta decir lo que veo y lo que siento, no ando con hipocresías ni poniéndole pincitas ni moñitos.

—En cuanto a tus derrotas con Oscar de la Hoya, todo mundo nos preguntamos qué hubiera pasado si esas peleas se hubieran dado cuatro años antes.

—El hubiera no existe, pero le hubiera ganado, yo era mejor peleador, definitivamente. Cuando peleé con él, yo ya andaba mal, en la droga y el alcohol, ya me preparaba mal, me entiendes. En la primera (1996) estaba yo sumamente bien preparado, pero desafortunadamente faltando una semana me cortaron. Y en la segunda (1998) yo andaba muy mal en las drogas, ahí sí me ganó bien.

—Sobre ese tema ¿Qué se siente ahora poder ayudar a esas personas con vicios?

—En la clínica tenemos 50 personas en Culiacán, 50 en Tijuana. Entran y salen. La verdad es muy bonito ver eso. Es muy difícil para mí ver cómo llegan los pacientes, pidiendo ayuda para el papá, la mamá o viceversa. Esta es una enfermedad que no respeta edades o clase social. Lo más bonito de todo esto es ver cómo pasan las semanas, los meses y la gente se va recuperando.

—¿Aprovecharías tu fama para la política, como Cuauhtémoc Blanco?

—No, no, no. Lo vuelvo a repetir (sic), yo he sido amigo de todo mundo, amigo (de personas) de toda clase social. Tú sabes que vivo en Culiacán, Sinaloa, desafortunadamente ahí viven los narcos más grandes de toda la república y todos han querido una foto conmigo, me han invitado a una comida. Se me ha relacionado con el narcotráfico, con políticos y todo, pero gracias a Dios siempre he sido una persona limpia, aparte, imagínate, yo ganaba un chingo de dinero, qué iba a necesitar. Siempre he sido amigo de todo mundo y eso me llena de satisfacción.

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