La moda, o la repetición controlada de lo que se consume en una sociedad, es por mucho un fenómeno social que involucra mucho más allá de objetos y lujo. Se trata de la creación de una conducta que permite ser parte de un grupo específico social. Su propósito, más allá del consumo, es poner en común intereses, ideas y sobretodo unificar a un grupo masivo de personas.

Es por eso que, de alguna forma, el nivel sociológico de la moda esconde algo mucho más allá de el estilo y la belleza. La velocidad extenuante de la que se rige, se ha caracterizado, principalmente, por el consumo de imágenes a un nivel atmosférico. Tan sólo debemos observar el nivel de audiencia que llegó a tener la firma francesa Balmain en su último desfile en París.

Según varios medios internacionales, el desfile de otoño que presentó Balmain en la capital francesa, superó en interacciones a firmas como Chanel y Dior. Tan sólo en el momento de la presentación de la colección (inspirada en un safari urbano) Balmain se colocaba como la cuenta de instagram con más de dos millones de interacciones y un millón de likes, es decir, al menos tres millones en el mundo vieron el desfile desde sus teléfonos.

La cultura mainstream, es, justamente, una forma de consumo masivo que traspasa las fronteras políticas, económicas y sociales. La moda, se ha aferrado a este sistema comunicacional y es por eso que necesita ser mainstream para existir; su funcionalidad ha permeado en el consumo no sólo de contenido audiovisual, sino también político, social y económico. La pregunta está en el aire ¿cuánto dinero representarán esos tres millones de personas que consumieron el desfile desde Instagram?

Sin embargo, el recurso visual no es el único del que se rige la moda para acomplarse en el mundo mainstream y Balmain fue el ejemplo perfecto; la utilización de influencers o personalidades del medio del espectáculo incrementan más el poder de la comunicación: Rihanna, Gigi Hadid o Kendall Jenner, son personalidades que generan audiencia sin esfuerzo alguno. Así, la moda se vuelve parte de un fenómeno que involucra mucho más allá de tendencias y productos específicos, es el camino para entender nuestra realidad.  

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