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Rachel Zoe siempre ha tenido una obsesión con el glamour. Cuando tenía 13 años, ahorró durante meses para comprarse un abrigo de mink vintage. A los 15, escaló una montaña en sandalias de plataforma. A finales de los 90, su experiencia en la moda fue decisiva para convertir a sus clientes en referentes de estilo.
Antes de ella, el stylist era una figura que no aparecía ante los reflectores, pues su trabajo se limitaba a sesiones de fotos o rodajes. Las celebridades se vestían por sí solas para alfombras rojas y premieres y sólo unas cuantas contrataban a profesionales de la imagen para ayudarlas a lucir impecables. Y aunque Zoe no fue la primera en este campo, su constante aparición en televisión y medios impresos logró volverla tan célebre como las estrellas a las que vestía.
Rachel Zoe no tiene estudios formales en moda, pero en sus entrevistas deja claro el conocimiento casi enciclopédico que tiene sobre diseñadores, siluetas y colecciones. A principios de los 90, la recién graduada en psicología y sociología dejó Washington D.C. por Nueva York y encontró trabajo como editora de moda en la extinta revista juvenil YM. En 1997, Zoe renunció a su puesto para vestir a Britney Spears y los Backstreet Boys. Sus looks fueron un hit y contribuyeron a cimentar la popularidad del pop juvenil a mediados de los 90. En 2002, Zoe dejó Nueva York y sus antiguos clientes para mudarse a Hollywood.
Su primera clienta en la industria cinematográfica fue Jennifer Garner, quien lució un vestido de Narciso Rodriguez en los premios Emmy de 2002. Al año siguiente logró looks memorables en Kate Hudson y poco después fichó a Anne Hathaway, Demi Moore, Keira Knightley y Cameron Diaz. Zoe también se acercó a Nicole Richie, quien entonces aparecía en el reality show The Simple Life y la transformó en la encarnación del boho chic. Mientras fueron cercanas, Richie bajó de peso, lució una melena platino y abandonó los minivestidos escotados en favor de caftanes estampados. Por su parte, Zoe llegó a cobrar hasta 10 mil dólares por styling.
Sin embargo, su mayor éxito llegaría con la televisión: en 2008 estrenó el reality The Rachel Zoe Project en el que mostró los pormenores de su trabajo durante cinco temporadas, así como los problemas que tenía con su marido y socio, Rodger Berman, sus asistentes y algunas celebridades. Por último, incluyó entre su clientela a Jennifer Lawrence y Sofía Vergara.
TRAS LAS PASARELAS
En 2007, Rachel Zoe cumplió una de sus mayores ilusiones: convertirse en asesora creativa de la casa Halston. La firma, que alcanzó el esplendor durante los años 70, es una fuente constante de inspiración para los looks de Zoe, e incluso varias piezas vintage forman parte de su armario. No obstante, la colaboración con la firma no fue duradera y renunció en 2008 debido a diferencias creativas.
En 2011, Zoe volvió a la carga con una firma de moda homónima. Sus piezas de estilo retro se muestran ocasionalmente en la Semana de la Moda de Nueva York.
CAMBIO DE GUARDIA
Durante su periodo de mayor éxito se le acusó de eliminar el estilo personal de algunas de sus clientas para imponer el suyo, además de presionarlas para que bajaran de peso. Zoe negó los rumores, pero a lo largo de los años, muchas celebridadres eligieron los servicios de otros stylists, como Petra Flannery, quien The Hollywood Reporter calificó como la más poderosa de la industria en su edición de 2015. La última en dejar a Zoe fue Jennifer Lawrence, quien ahora trabaja con dos exasistentes suyos: Jill Lincoln y Jordan Johnson. En la actualidad, Vergara, Garner y Megan Fox son sus tres clientas más famosas.
En septiembre iniciará la llamada Awards Season, misma que concluye con los Premios de la Academia 2017. Esta temporada suele destacar por los cambios de estilistas que hacen las celebridades. Si algunas de las antiguas clientas de Zoe deciden volver con ella, podría ampliar su cartera de clientes e influencia en el mercado del lujo.