Más Información
Saxofonista María Elena Ríos burla seguridad de Sheinbaum; señala a Salomón Jara por dejar libre a su agresor
“Me pusieron la espada en el cuello”, señala juez que frenó elección judicial; TEPJ no tiene facultades para detención, dice
Mexicanos Primero lamenta la muerte de los niños Alexander y Gael; exige atender con firmeza la violencia en Sinaloa
Corte atrae amparos que frenan la operación del CEPJF para la elección judicial; se someterá a discusión en el pleno
SRE revisa frontera con Guatemala para garantizar bienestar y seguridad; subsecretaria recorre Estación Migratoria Siglo XXI
Una gran parte del encanto de la Alta Costura está en el trabajo artesanal que se realiza en el atelier o taller de las casas de moda y que puede tardar desde 500 horas en un solo vestido. Es tan compleja la creación de estas prendas que la Haute Couture tiene su propio universo y sus propios personajes llamados petites mains, quienes trabajan casi de forma anónima para realizar las maravillas que se presentan dos veces al año. Como homenaje a esas personas que están detrás de lo que se ve en pasarela, Karl Lagerfeld trasladó el atelier de Chanel (con costureras incluidas) al Grand Palais de París para su show Haute Couture otoño/invierno 2016.
Desde la entrada de los asistentes hasta el término del desfile los jefes de atelier y las 78 costureras que trabajan en el taller de Chanel mostraron la magia que hace posible la Alta Costura: tomaron medidas, trazaron patrones, ensamblaron piezas y plancharon prendas. Karl Lagerfeld, director creativo de la maison, comentó que le pareció una “idea moderna que ellos participaran, para que la gente les preste atención porque la artesanía es increíble”.
En la pasarela se presentaron los 71 looks creados por las personas que en el mismo salón mostraban su destreza. El resultado fue una colección donde Lagerfeld reinventó el clásico traje de tweed de Chanel y lo convirtió en una pieza mucho más moderna. Se transformó en un jumpsuit que finalizaba con una abertura en línea A y se acompañó de un saco amplio y largo en forma de trapezoide.
Las modelos se transformaron en muñecas antiguas con ayuda del maquillaje que dramatizaba el aspecto de sus ojos y el cabello rizado agarrado en una coleta alta. Ellas lucieron prendas en las que el tweed tomó diferentes formas y se convirtió parte de chaquetas, vestidos y faldas que, en algunas ocasiones, fueron decorados con bordados, plumas y adornos florales.