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La escena es casi siempre la misma: una mujer acompañada de sus amigas o parientes entra a la boutique Kleinfelds Bridal, en Manhattan. Se ve sonriente y nerviosa mientras toma asiento y relata los detalles de su próxima boda: sitio, novio e ilusiones para el atuendo. Luego de unos segundos, Randy Fenoli entra en escena para saludarla y, tras platicar unos instantes con la novia, ésta suele relajarse porque sabe que está en manos de un experto.
Desde hace casi una década, Fenoli y su equipo han cautivado a las audiencias a través del programa Vestido de novia: los consejos de Randy, el cual estrena su temporada número 14 por el canal Discovery Home & Health. En éste, el creativo y su staff navegan con un gran tacto entre familiares obstinados, presupuestos reducidos y, en ocasiones, momentos difíciles de las futuras novias para ayudarles a elegir una prenda que las haga sentir hermosas y satisfechas durante la ceremonia.
A pesar de que asegura que en esta temporada hubo momentos en los que estuvo a punto de perder la paciencia con los acompañantes de las novias, en persona Fenoli es tan cálido y amable como se muestra en el programa. Observa de una manera discreta a su interlocutor y enfoca su atención en él mientras charla de manera animada e incluye de vez en cuando alguna confidencia sobre su vida personal.
Directo al estrellato
La faceta actual de Randy es sólo una parte de una larga carrera en la que ha triunfado por sus habilidades técnicas e inteligencia. A los nueve años, aprendió corte y confección de manera autodidacta. La moda le sirvió para refugiarse de los maltratos de su padre y le permitió tener un conocimiento sobre la construcción de las prendas que sale a relucir cuando señala, por ejemplo que es un arte trabajar con encaje y que muchos diseñadores contemporáneos no saben hacerlo. También fue de utilidad para transformarse en Brandi Alexander, alter ego con el que ganó la edición 1990 de Miss Gay America, el concurso de belleza más importante para drag queens en Estados Unidos. “Diseñé cada vestido y realicé mi propio maquillaje y peinado. Esto me dio la oportunidad de entender el proceso que viven las mujeres, en especial el día de su boda, cuando suelen vestir más formales”, declaró en 2013.
El premio en efectivo derivado de esa victoria le permitió ingresar al Fashion Institute Of Technology (FIT, por sus siglas en inglés), institución que, además de refinar sus conocimientos, le permitió familiarizarse con los aspectos comerciales de la industria de la moda y, sobre todo, con el mítico Garment District, barrio neoyorquino clave en la producción y distribución del
ready-to-wear estadounidense. “Cuando iba a la escuela, trabajaba en una tienda de textiles. Aunque el dueño no era muy amable conmigo, aprendí a diferenciar las telas y conocer su composición. Incluso se pueden distinguir por el olor que desprenden cuando se queman”, recordó durante su más reciente visita a México.
Tras su graduación, su primer éxito como diseñador vino de la mano de un concurso organizado por Paul Diamond, un fabricante de moda nupcial. Randy presentó un vestido halter, el cual se apartó de las creaciones con mangas aglobadas que aún mantenían la estética de los años 80. Unos años después decidió tomar una pausa profesional. A su regreso, en 2006, los dueños de Kleinfelds lo contrataron como director de moda y el programa de televisión vino unos meses después. Actualmente no trabaja con ellos, pero el show continúa asociado a la boutique.
Sus fans aún se maravillan ante la precisión que tiene al ofrecerles vestidos de novia que complementan su personalidad, pero de acuerdo con él, es un proceso que no tiene nada de mágico. “Es muy simple: observamos su estilo personal y su cuerpo. Mientras hablan con nosotros, nos revelan su presupuesto y el lugar de la boda y nos muestran algunas referencias para su vestido ideal. Cuando terminan, tenemos en mente tres opciones y usualmente se llevan la primera.” Este proceso de atender las necesidades personales se extiende también a las siluetas: no existe, en su opinión, una silueta que favorezca a todos los tipos de cuerpo, pues se tienen que tomar en cuenta factores como la estatura y el tono de piel. “Necesitas escuchar a tus clientes si quieres ser un buen diseñador: no puedes imponerles una moda, sino darles lo que quieren.”