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Por más de 50 años el terreno donde estuvo ubicado la refresquera Cooperativa Pascual guardó secretos. Gracias al resultado del proyecto Patio Boturini, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) analizan 600 piezas completas y miles de fragmentos de material cerámico recuperados en el espacio de la colonia Tránsito, en la Ciudad de México.
El INAH recordó a través de un comunicado que entre febrero y diciembre de 2015 se realizaron labores de salvamento arqueológico en la zona y se descubrió el sistema chinampero del barrio prehispánico de Ateponaxco; sin embargo, ahora se ha vuelto un asomo, a través de restos de porcelana, loza blanca y gres, a casi cinco siglos de actividad en la localidad.
En el Cuarto Coloquio de Arqueología Histórica, dedicado a materiales de Europa y Medio Oriente de los siglos XVI al XIX y que se desarrolla del 22 al 26 de mayo en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, los arqueólogos Raúl Barrera Rodríguez y Eduardo Ambrosio Lima, de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH, dieron a conocer un avance de los análisis que actualmente realizan en la cerámica mexicana y europea recogida en el citado terreno.
Raúl Barrera Rodríguez, coordinador del proyecto arqueológico y titular del Programa de Arqueología Urbana (PAU), explicó que Ateponaxco fue un área periférica al sureste de Tenochtitlan. A partir de los materiales de uso doméstico colectados se infirió el carácter agrícola del antiguo barrio.
Dos o tres décadas después de la Conquista, las chinampas de Ateponaxco fueron abandonadas debido a la disminución que tuvo la población indígena y a la compresión que se dio en la geografía de la capital novohispana.
Eduardo Ambrosio Lima, responsable del análisis de materiales del Proyecto Patio Boturini, comentó que, en el caso de la porcelana, se encontraron objetos mayormente destinados a uso doméstico: platos, jarras, teteras, azucareras y fruteros, entre otros.
La loza fina blanca se rescató no sólo en utensilios de uso alimentario, sino también en efectos ornamentales como floreros; bacinicas para higiene personal; o en contenedores para productos farmacéuticos como el ungüento Holloway's, marca inglesa que en el siglo XIX exportaba pomadas para curar el reumatismo y otros malestares, y de la cual pudo recuperarse un frasco.
En cuanto al gres, el arqueólogo refirió que dada la dureza y poca porosidad del material, éste se encontró en pedacería asociada a botellas de cerveza elaboradas en distritos alfareros como el de Glasgow, en Escocia. Asimismo, se recuperaron dos ejemplares completos de botellas de gres para ginebra.
El investigador mencionó que en función de técnicas decorativas de la porcelana y la loza, tales como la impresión por transferencia o el estampado con calcomanías, que luego de la Revolución Industrial permitieron a los fabricantes estandarizar y agilizar su producción, se establece el fechamiento de las piezas en la segunda mitad del siglo XIX.
Otro indicador en este tema fueron los trozos de porcelana pertenecientes a Niños Dios para Rosca de Reyes (no superiores a tres centímetros de largo) o a fragmentos de muñecas articuladas: cabezas y hombros, pies y manos (el resto del cuerpo era de tela) elaboradas entre 1860 y 1910, según los catálogos de juguetes y otras referencias históricas consultadas para tal fin.
Dada la información obtenida, los arqueólogos no descartan la posibilidad de que en el lugar haya existido una bodega o una fábrica de envases y objetos cerámicos durante el último tercio del siglo XIX. Ello sería un antecedente anecdótico de la refresquera Pascual.
nrv