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Después de ocho años de excavación bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, en Teotihuacán, la hipótesis de los arqueólogos sobre la existencia de alguna tumba al final del túnel parece haberse desvanecido.
En un artículo publicado ayer por el diario británico The Guardian, el arqueólogo Sergio Gómez Chávez, encargado del proyecto Tlalocan. Camino bajo la tierra, revela que están por terminar la excavación en el túnel, pero no han encontrado ninguna tumba. “Habría sido un descubrimiento trascendente que nos ayudaría a entender la estructura de poder y el sistema de gobierno de Teotihuacán, pero casi hemos terminado la excavación y no hay tumba”, declaró el arqueólogo.
La hipótesis sobre la existencia de una tumba había creado expectativas entre los investigadores de Teotihuacán, ya que una de las mayores incógnitas de esta antigua ciudad prehispánica es precisamente su forma de gobierno. Hasta ahora, los arqueólogos no han encontrado ninguna tumba en todo el sitio.
Según el arqueólogo, la ausencia de una tumba podría significar que las cámaras nunca fueron utilizadas para el entierro o que su contenido fue removido en algún momento. El túnel de unos 20 metros de longitud fue sellado alrededor de 250 d.C, aunque hay evidencias de que fue reabierto en el 530 d.C. “Tenemos pruebas de que algo muy grande y pesado fue sacado del túnel en algún momento. Podría haber sido una tumba, pero no lo sabemos”, según las declaraciones del arqueólogo publicadas por The Guardian.
No obstante, a lo largo de estos años el proyecto ha recuperado una gran cantidad de vestigios arqueológicos. Entre ellos, una rica ofrenda con miles de objetos hallada en 2014, en la que destacaban cuatro esculturas de piedra de 65 centímetros de altura, tres de ellas con rasgos femeninos.
El depósito, identificado como ofrenda 48, también incluía una serie de ornamentos de jade, decenas de caracoles procedentes del Golfo de México y el Mar Caribe, jade importado de Guatemala, miles de cuentas de diversos materiales, pelotas de hule, huesos y fragmentos de pelo de felinos, discos de pirita, una caja de madera con decenas de conchas trabajadas, así como esqueletos de escarabajos y hasta fragmentos de piel humana.
Además de esta rica ofrenda, a lo largo del conducto subterráneo se han recuperado más de 50 mil objetos, entre ellos cientos de recipientes de cerámica, restos de fauna, principalmente aves, más de 15 mil semillas de tuna, jitomate, maíz y de flores de calabaza, así como cientos de objetos de madera, cuentas de pirita, cuchillos de obsidiana y pedernal. El túnel fue descubierto en 2003 y por su configuración y orientación ha sido considerado como una metáfora del inframundo.