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El equipo de restauradores que atiende la Escultura Ecuestre de Carlos IV ha ido eliminando un recubrimiento negro que revestía al jinete real y a su montura, y debajo ha encontrado los rastros de una capa pictórica verde con la que el escultor Manuel Tolsá matizó su volumetría y veló algunos parches, informó el INAH a través de un comunicado.
“Hemos retirado de forma paulatina velos de cera y de la capa negra que se aplicó para proteger la escultura hacia finales del siglo XIX, y que dio a ‘El Caballito’ el tono negruzco con que lo conocimos a lo largo del siglo XX”, informó Jannen Contreras Vargas, coordinadora del proyecto de intervención a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La restauradora destacó que el registro de la capa pictórica es un dato clave para definir los tonos de los recubrimientos que se usarán para la integración cromática de la obra restaurada.
Diversos especialistas se aplican en un cuidadoso proyecto de intervención para los tres elementos del monumento: el núcleo del basamento, el recubrimiento pétreo del pedestal y la escultura de bronce.
Los trabajadores aplican un gel especial que les permite retirar con escalpelo la capa negra que yace en pliegues y ranuras. Jannen Contreras señala áreas en el solomillo de “Tambor” donde se distinguen vestigios de la pintura verde empleada por Tolsá y también ornamentos de la montura que habían quedado ocultos bajo ese recubrimiento.
“La limpieza de la escultura nos ha llevado buena parte de la agenda, es como limpiar una pintura de caballete pero sobre una superficie escultórica que, si la desplegáramos, alcanzaría 46.5 metros cuadrados”, refiere la especialista.
Una vez que finalice la limpieza de capa pictórica seguirá la limpieza y estabilización de las áreas afectadas en 2013, una medición colorimétrica para ubicar la gama original y generar un color base que pueda considerarse para los recubrimientos que serán aplicados como último proceso.
En tanto concluyen los análisis en el Instituto de Química de la UNAM para definir la técnica pictórica empleada por Tolsá, Jannen Contreras asegura que en la aplicación de recubrimientos deberá emplearse polímero resistente a la atmósfera de la Ciudad de México.
Así como los restauradores atienden la limpieza a más de cuatro metros de altura, bajo tierra se abrieron tres calas estratigráficas para identificar el tipo de cimentación. La arquitecta Mariana López Mendoza, encargada de esta labor, dijo que es imprescindible realizar estos sondeos ante la ausencia de informes sobre la cimentación hecha en 1979, para el traslado del monumento de Bucareli a la Plaza Tolsá.
Respecto al pedestal, el restaurador Juan Manuel Rocha Reyes recordó que la pieza data de 1979, siendo responsable el maestro Sergio Zaldívar, quien respetó el estilo del basamento anterior diseñado por Lorenzo de la Hidalga a mediados del siglo XIX y del que sólo sobreviven las placas de mármol que lo flanquean (ahora protegidas con un velado de papel japonés) y quizá algunos sillares de piedra de las primeras líneas del dado.
El especialista de la CNCPC hace hincapié en que la unidad visual del pedestal ha sido afectada no sólo por el escurrimiento de ácido nítrico, también presenta suciedad, manchas por disolución de fierro, e incluso grafitis.
“Algunas manchas provienen de una problemática de filtración de agua, pues entre los elementos que conforman el sistema constructivo, el núcleo de concreto armado y el recubrimiento de piedra hay una separación de aproximadamente 10 centímetros, en ese espacio fue acumulándose agua y mortero disgregado, dando paso a filtraciones”, describe Juan Manuel Rocha, quien apunta que se ha retirado la variedad de morteros usados en las juntas para aplicar una mezcla a base de cal.
Se espera que en unos cuantos meses “El Caballito” esté listo para ser expuesto al público.
nrv