Como parte del proyecto de catalogación y mantenimiento de las colecciones del Museo de Sitio “Alberto Ruz Lhuillier”, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han realizado tratamientos de restauración a la serie de incensarios efigie de Palenque.
La colección de esta zona arqueológica chiapaneca es la más numerosa en comparación con los acervos de incensarios efigie de otros sitios mayas, contando con 130 objetos que fueron elaborados entre 350 y 850 d.C.
Luego de permanecer ocultos por centurias, dichos objetos comenzaron a emerger de los basamentos de los templos de La Cruz, La Cruz Foliada y del Sol, a partir de excavaciones emprendidas por arqueólogos como Alberto Ruz Lhuilllier, César Sáenz, Jorge Acosta y Arnoldo González entre mediados y finales del siglo XX.
La faz divina de GI con su peculiar nariz roma, los atributos felinos de GIII y el semblante envejecido del Dios Remero Jaguar con su marcado prognatismo, van tomando forma entra las manos de Carlota, Isabel, Cristal, Franco y Octavio, quienes han colaborado durante varias temporadas de campo en la restauración.
En 2010 comenzó la preservación integral de estos objetos y siete años después, los 117 de cerámica y los otros 13 de piedra que constituyen el corpus de incensarios efigie palencanos, han recibido tratamientos de conservación, salvo por algunas cajas que están en espera de ser armadas, informó la restauradora Gabriela Mazón Figueroa.
Con 25 años de experiencia en la restauración, la también experta de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) refirió que “no cualquier restaurador puede llegar a armar uno, y que se conforma de distintas secciones y de una compleja evolución de la técnica de manufactura.
Descubiertos en los basamentos de las pirámides del Grupo de Las Cruces, el más sagrado de la ciudad, donde fueron depositados tras años de veneración en los templos, el poco más de un centenar de incensarios efigie de Palenque, refleja la evolución de estos objetos en 600 años.
“Es una colección muy valiosa, sobre todo para el estudio de la religión y de las deidades mayas”, comentó la arqueóloga Martha Cuevas, cuyos estudios sobre la iconografía de estas piezas le lleva a proponer que representan a cinco entidades.
“La tríada divina formada por GI, la deidad patrona; GII y GIII y los dioses remeros Jaguar y Remero Espina de Mantarraya, fueron los más importantes para la dinastía palencana, a través de los portaincensarios, observamos que este patrón de deidades va a ser constante a lo largo de los siglos”.
A partir del conjunto de estos objetos de culto es posible dilucidar también las transformaciones en su manufactura: las pastas y desgrasantes usados, los pigmentos aplicados en la decoración y el lugar de dónde se obtenían, así como las técnicas incorporadas a lo largo del tiempo.
Con el debido registro de cada tepalcate o fragmentos mayores, cada portaincensario fue embalado incluso con la tierra de excavación, y así es como la restauradora Gabriela Mazón y otros de sus colegas que los han intervenido a lo largo de los años.
“Primero sacamos el material y damos una limpieza en seco, debido a que muchas veces las pastas estén deleznables usamos materiales compatibles con los originales que garantizan la reversibilidad del tratamiento, en este caso, usamos un barniz suave para fijar las escamas hasta consolidad cada fragmento”.
Una vez concluida esa etapa se procede a armar, en lo posible, el incensario. “Se trata de comparar cada fragmento, considerando los grosores, colores y texturas”, continúa la restauradora.
La catalogación acuciosa de la serie de incensarios efigie, más otros acervos de Palenque, ha permitido replicar la experiencia del proyecto de digitalización de las colecciones del MNA, con la creación de un banco de imágenes digitales en alta resolución.
Con sumo cuidado, los portaincensarios son trasladados a una mesa donde, tras combinar distintos tipos de iluminación, los cuerpos cilíndricos reciben disparos desde todos los ángulos posibles: frente, detrás, perfil y tres cuartos, con fondo blanco y fondo negro, de una calidad que permite incluso impresiones de 1 x 2 metros.
Finalmente, el INAH señaló que toda la labor de catalogación y conservación de las colecciones del Museo de Sitio de Palenque y otros más de Chiapas, representa la base de un proyecto a largo plazo que pretende convertir los depósitos de bienes culturales de los mismos en centros de investigación accesibles al público y a los investigadores.
nrv