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Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) confirmaron el hallazgo de una pequeña estructura dentro de la pirámide de Kukulkán, en Chichen Itzá.
Vislumbrar la presencia de dicha pirámide revela datos sobre los primeros mayas que se asentaron en esa zona, entre el 580 y el 800 d.C. Se trata de un "asentamiento muy original, de mayas puros", es decir, aquellos sin grupo social originario de la península de Yucatán sin influencias externas, indicó en conferencia la Dra. Denisse Lorenia Argote Espino.
La antropóloga explicó que se dispone de mucha más información de los periodos transicionales de esta zona arqueológica pero se sabe poco sobre el asentamiento original y este nuevo hallazgo dará luz a dicho periodo.
La pirámide fue hallada a través de una tomografía eléctrica. Mide 10 metros de alto por 30 en su base, indicó el equipo de investigadores. Además, está ubicada en dirección del cenote que soporta la pirámide de Kukulkán, lo que hace suponer que cuando los mayas construyeron esa subestructura ya sabían de la existencia del cuerpo de agua.
Investigación de largo aliento
Los resultados compartidos en esta conferencia surgieron a partir de información que reveló una indagación de 2014, donde se encontraron evidencias de la existencia de un cenote dentro de la pirámide de Kukulkán.
Chávez Segura dijo que los objetivos que persiguieron era repetir el estudio de 2014, pues esperaban que con los cambios de estación el cenote desapareciera.
Desde 1931 que se empezó a trabajar en esta zona, de forma sistemática y arqueológica, se encontró que debajo de la pirámide de Kukulkán existía otra subestructura, pero no se tenía un conocimiento exacto de si existían más etapas constructivas, y ese fue uno de los objetivos de iluminar por dentro la pirámide, indicó la arqueóloga Denisse Lorenia Argote Espino.
En la conferencia estuvieron presentes los investigadores en geofísica René E. Chávez Segura, Juan Esteban Hernández Quintero, Gerardo Cifuentes Nava y Andrés Tejero Andrade, así como Denisse Lorenia Argote Espino, del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
nrv/sc