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abida.ventura@eluniversal.com.mx
El abandono e incertidumbre en la que actualmente se encuentra la fuente virreinal de Chapultepec, la cual pretender ser reubicada y restaurada por el gobierno capitalino como parte del proyecto de construcción del Centro de Transferencia Modal en el paradero del Metro Chapultepec, es una muestra de la situación que padecen y el destino que corren varias fuentes en la Ciudad de México.
Abandonadas, sin agua, rotas, grafiteadas o mal intervenidas es como lucen algunos ejemplares de estos conjuntos arquitectónicos que por siglos o décadas han formado parte del entorno urbano de la ciudad.
De acuerdo con el arquitecto José Eduardo Hume, autor del libro Las fuentes de la ciudad de México, publicado en 2012, en el espacio público de la capital hay unas 250 fuentes, antiguas y modernas. La cifra proporcionada por el autor es resultado de un recuento que él realizó para esa publicación, pero desde entonces, dice, algunas ya no están y se han sumado otras. “Se ponen fuentes a lo loco y luego no hay presupuesto para mantenimiento, dejan de funcionar o llega alguien, las desaparece y ponen otra cosa”, comenta en entrevista.
En un recorrido realizado por este diario en espacios del Centro Histórico, se pudo ver que algunas fuentes históricas necesitan de atención inmediata. Es el caso de la fuente que corona la Plaza Loreto, creada por el escultor valenciano Manuel Tolsá en el siglo XVIII, la cual luce deteriorada, sin un chorro de agua y con algunas plantas que han comenzado a crecer sobre su superficie. A unos metros de ahí, al centro de la Plaza de Santo Domingo está una fuente de principios del siglo XX dedicada a Josefa Ortiz de Domínguez, cuyo pedestal está grafiteado, le faltan fragmentos y la escultura de La Corregidora parece estar descarapelandose. De principios del siglo XX es también la que se ubica en la plaza de San Juan o Plaza Pugibet, por las calles de Ayuntamiento y Buen Tono, la cual está en total abandono, con basura y diversos objetos en su interior, azulejos desprendidos. En la parte superior, a una de las dos esculturas de niños que la decoraban le falta la cabeza.
Según el Fideicomiso del Centro Histórico, a pesar de que estas fuentes se encuentran dentro del perímetro del centro, no es su responsabilidad darle mantenimiento ni supervisión, ya que son atribuciones de la dirección General de Servicios Urbanos de la delegación Cuauhtémoc, la cual es la encargada de dar “mantenimiento a los monumentos públicos, plazas típicas o históricas, de obras de ornato, propiedad de la ciudad”.
En otros espacios más concurridos, como la Alameda Central, el camellón de Álvaro Obregón en la colonia Roma o Reforma, las fuentes y sus conjuntos escultóricos parecen estar más atendidos, pero arquitectos y restauradores desconfían de la forma en que, por años, se les ha dado mantenimiento, pues aseguran que los malos procedimientos de personal no especializado han afectado la pátina de las esculturas o la cantera de sus basamentos.
El año pasado, la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) del gobierno local, a través de su Dirección General de Proyectos Especiales (DGPE), emprendió el programa de “Rehabilitación y Mantenimiento a Fuentes Urbanas 2015”, que se hizo en dos etapas. En la primera intervino 25 fuentes urbanas emblemáticas con una inversión de 17.5 millones de pesos; en la segunda atendió 17, con un presupuesto de 8 millones de pesos. Para este año ha dispuesto otros 25 millones para atender a 19 en diversas delegaciones de la ciudad.
Esos trabajos de rehabilitación, explica esta instancia en una tarjeta informativa a este diario, consiste en “limpieza química y mecánica de las superficies de los estanques, de los tanques y de las tuberías para evitar su corrosión”. Los trabajos, detalla, también contemplan la sustitución de azulejos y el sellado de fisuras en los estanques. Además de que “se aplicará una pintura especial para las superficies que retrasa los efectos del envejecimiento y deja un acabado brillante, lo que destacará el esplendor de las fuentes”. Para el caso de las efigies de piedra y/o metal que las decoran “se les proporcionará tratamiento especial en cada uno de los casos para conservar sus características y esplendor (remoldeo de elementos de canteras y resanes de elementos de concreto)”. En estas labores, comenta, participan 12 personas de la Dirección Genera de Servicios Urbanos, así como especialistas en restauración, escultores, electromecánicos e hidromecánicos contratados para casos particulares. Las fuentes que están catalogadas como monumentos o esculturas históricas, comenta, cuentan con el permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Si bien la mayoría de las fuentes atendidas por esta instancia son de manufactura de finales del siglo pasado o recientes, restauradores y defensores del patrimonio cultural advierten que sea el mismo procedimiento el que se sigue con las que poseen un valor histórico y artístico.
“El cuidado que se les brinda a las fuentes históricas en la Ciudad de México es deplorable y en algunos casos inexistente”, señala la restauradora Thalía Camacho, quien cuestiona la forma de proceder de las instancias encargadas de su mantenimiento ya que, dice, normalmente se contrata a personal no especializado, “inexpertos en el tema de la conservación y la restauración”, quienes “logran el gran negocio que significa dar ‘mantenimiento’ a precios muy elevados a los diversos bienes culturales de la Ciudad de México, y causan deterioros irreversibles”. “En el caso de la fuente de Belén y de muchos otros monumentos, los políticos ignoran que son parte del entorno arquitectónico, urbano y paisajístico, que forman una tríada indivisible que no debe ser alterada, que representan fragmentos muy importantes de nuestra historia y sus contextos socioculturales y que el hecho de pretender moverlos de lugar o afectar su apariencia, los descontextualiza y altera su significado, que la intención de cualquier intervención en un monumento sería conservar su autenticidad e integridad”, comenta.
En el caso de la fuente virreinal de Chapultepec, opina, “no quieren entender que el hecho de reubicarla causará graves deterioros materiales innecesarios a la fuente... En lugar de planear y prever el desarrollo y las necesidades urbanas, deciden pasar por encima de lo que sea”.
Deterioro constante. En la Roma, vecinos y defensores del patrimonio de la colonia constantemente han denunciado el abandono y la mala intervención que se les ha dado a fuentes como la del David en la Plaza Río de Janeiro o las que se ubican sobre el camellón de la avenida Álvaro Obregón.
“El David tenía una pátina verde y la sustituyeron por una de color negro”, dice a este diario el arquitecto Salvador de Maria y Campos, integrante del Movimiento Pro Dignificación de la Colonia Roma, quien recuerda que estos trabajos de rehabilitación realizados por la delegación Cuauhtémoc se llevaron a cabo en 2013, por las mismas fechas en la que se dio la fallida intervención de El Caballito. Actualmente, la fuente del David está grafiteada y la escultura presenta manchas blancas.
Lo mismo sucedió, explica, con las esculturas de las fuentes ubicadas sobre Álvaro Obregón. “Por creer que las iban a dejar muy limpias y muy lustrosas, las dejaron pelonas, con el metal expuesto”, dice el arquitecto, quien en su momento denunció el tema en los foros de Facebook creados para defender a la obra de Manuel Tolsá.
Hasta ahora, señala, las esculturas siguen en las mismas condiciones, expuestas a la lluvia ácida y a los contaminantes del medio ambiente, lo cual las ha ido deteriorando. “No hay cuidado adecuado para las fuentes y esculturas en la ciudad”, recalca. Otras de las fuentes sobre ese corredor están rotas, con faltantes arquitectónicos o con esculturas vandalizadas.
Todo esto, opina José Carlos Canseco, coordinador del grupo en Facebook “El Caballito Conservación”, es una muestra de la negligencia con la que se atiende el patrimonio urbano en la capital. “Las fuentes de la ciudad han sido, en realidad, fuentes de improvisación, negligencia y desastre”, dice.