Corsés, miriñaques, sostenes, calzoncillos y ligas centran una exposición que dedica el , de Londres, a analizar la historia del diseño de la ropa interior desde el siglo XVIII hasta la actualidad.

Titulada "Desnudarse: una breve historia de la ropa interior", que abrirá al público este sábado 16 de abril, la muestra busca explorar la relación entre la necesidad primaria de lo que se llevaba debajo de la vestimenta con la moda de la época y el ideal corporal.

Susana Cordens, que trabajó en la organización de esta recopilación, dijo que el objetivo del museo es analizar la historia de estas prendas ocultas y resaltar que "los materiales utilizados han cambiado completamente pero el objetivo es el mismo: higiene y comodidad".

Organizada en forma circular en una sala del museo, la exhibición reúne más de doscientos objetos, algunos de ellos utilizados por personalidades de la realeza o actrices actuales, como la seductora bata de la diseñadora Carine Gilson que llevó Bérénice Marlohe, en la película de James Bond "Skyfall" (2012).

En concreto, la exposición analiza la historia de la ropa interior desde 1750, cuando se llevaba el corsé y era considerado por las mujeres como indispensable para mostrar la figura.

Por aquella época, fabricar el corsé era una ocupación importante y especializada, pues requería un profundo conocimiento de la moda, la anatomía de la mujer y la sastrería.

La comisaria de la exposición, Edwina Ehrman, explicó que el fabricante solía visitar a sus clientas en sus casas para tomarles la medida, lo que implicaba un íntimo y estrecho contacto con la mujer y su cuerpo.


Entre los corsés figura uno que perteneció a la duquesa de Kent, madre de la reina Victoria (1819-1901), confeccionado a partir de materiales naturales, como era práctica normal en aquella época.

En los distintos escaparates que conforman la exposición se pueden ver numerosos miriñaques, llevados para sostener el volumen y facilitar el movimiento de los vestidos en los siglos XVIII y XIX.

Hay un corsé hecho por la británica Roxey Ann Caplin, con el que ganó una medalla en una exhibición especializada en 1851 porque se adaptaba a las necesidades de las mujeres, al no presionar demasiado los pechos ni los pulmones ni los órganos reproductores.

También hay calzoncillos de hombres, desde unos que cubrían las piernas hasta los que sacó al mercado el exjugador de fútbol del Real Madrid y la selección inglesa David Beckham.

Entre los destacados hay uno elaborado en EEUU en 1887, pensado para dar soporte a los genitales en el caso de los hombres que hacían ciclismo y adaptado después para otros deportes.

Una pieza curiosa es un corsé diseñado en Argentina para bailar el tango, del año 1913, que fue importado al Reino Unido en momentos en que este seductor baile del Río de la Plata causaba furor en Europa y era muy requerido por las mujeres.

Este producto, elaborado con unas cintas que se interconectaban, estaba hecho para controlar la cintura y las caderas y permitían libertad de movimiento, lo que lo hacía ideal para el baile.

La muestra, que podrá verse hasta el 12 de marzo del año próximo, cuenta los problemas que había en 1941 para conseguir los materiales para hacer el corsé de la época -usado con ligas para sostener las medias- debido a los problemas de importación y el racionamiento de productos al estallar la II Guerra Mundial (1939-45).

Entre las piezas hay algunas de lencería contemporánea de La Perla, de Stella McCartney o Paul Smith, así como unas polainas en color carne diseñadas en 1989 por Vivienne Westwood.

La exhibición resalta, además, la labor adicional de la ropa interior, pensada para ser "seductora y traviesa", que le permita a quien la lleve expresar "deseos y fantasías".

rqm

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