Se llamaba Mozart, era músico, pero no tenía el genio de su ilustre padre. Franz Xaver, hijo de , pasó su vida intentando hacerse un nombre.

"Un niño que decepciona a sus padres (...) conocerá la deshonra y la miseria. Que estas palabras suenen como una advertencia para mi tierno hijo". Franz Xaver tenía entonces nueve años y en esta nota de su madre, una parte de su destino ya parece escrito.

La casa Mozart de Salzburgo, en Austria, feudo de la ilustre familia, reconstruye en una nueva exposición permanente el destino de este "hijo de", criado a la sombra de un padre muerto a los 35 años, en 1791, cuando apenas tenía unos meses.

Junto a Carl Thomas, Franz Xaver es el único de los seis hijos de Mozart y Constanze en alcanzar la edad adulta. Pero creció bajo la presión aplastante de las ambiciones de su madre: Constanze había decidido que este pequeño se convertiría en "un segundo Mozart", explica Armin Brinzing, curador en la fundación Mozarteum.

"A los dos años lo hacía tomar lecciones de piano y de teoría", describe. Los maestros de música más eminentes, como Antonio Salieri que tuvo a Schubert y Beethonven como alumnos, le dieron clase.

Franz Xaver vivía "bajo una intensa presión", "no muy bien tratado en casa", como lo señala un intercambio epistolar entre el niño y su hermano mayor.

Su madre se obstinaba incluso en llamarlo Wolfgang Amadeus.

Su primera actuación en público, con apenas 13 años, para interpretar un concerto de su padre, le vale elogios y una advertencia: "Que nunca olvide que su apellido Mozart le brinda cierta indulgencia hoy, pero le significará expectativas aún más grandes mañana", escribía una de las revistas de crítica musical de referencia por entonces.

Franz Xaver estaba muy consciente de esas expectativas, sus obras las firmaba como "Wolfgang Amadeus Mozart (hijo)". A los 17 años fue profesor de piano de una familia de Leópolis, en Ucrania, entonces parte del imperio de los Habsburgo.

En esta ciudad fundó una escuela de música, que aún hoy es el conservatorio municipal. Viajó al mismo tiempo por Europa para enseñar y dar conciertos.

A pesar de su excelente oído, sus éxitos fueron modestos: "Franz Xaver era un excelente pianista cuando interpretaba conciertos de su padre, pero sus propias obras no funcionaron bien", incluso si su calidad ha sido reevaluada en la actualidad, explicó Brinzing.

"Le faltaba la chispa del genio. Era considerado como un músico y un compositor talentoso, pero no uno de los más grandes", añade.

Franz Xaver Mozart lo sabía y parecía alimentar un complejo: solicitado en 1842 para componer una obra destinada a acompañar la inauguración de un monumento a Mozart en Salzburgo, se rehusará, pretextando "su escasa competencia".

Propuso en cambio una cantata construida sobre la base de dos obras sin terminar de su padre. Envió una copia firmada al emperador de los Habsburgo, Ferdinando I, que preguntó a sus consejeros sobre este joven Mozart del que nunca había escuchado hablar.

"Como todos saben, no recibió como herencia el talento de su célebre padre", le explicaron púdicamente.

La fundación Mozart de Salzburgo brinda, en cambio, un apego particular a este músico mal amado que le legó centenares de documentos inestimables sobre la familia Mozart, entre ellas las composiciones manuscritas de su padre. "La historia olvidó un poco a Franz Xaver, pero para nosotros es de gran importancia", subraya Brinzing.

Franz Xaver Mozart murió en 1844 a causa de un cáncer de estómago cuando se encontraba en la ciudad checa de Karslbad. Está enterrado bajo una inscripción a imagen de su existencia: "Pueda el nombre de su padre ser su epitafio ya que la veneración por él era la esencia de su vida".

nrv

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