Detrás de algunas de las salas de conciertos más prominentes del mundo está el genio de un ingeniero japonés que tiene una mano única para manejar los sonidos y ocultar los ruidos indeseados, dejando que se escuche solo la música, en toda su textura, su sutileza y su esplendor.
El talento de Yasuhisa Toyota es codiciado por las salas de conciertos de música clásica, cada vez más proclives a sentar al público en círculo, rodeando el escenario, para que pueda ver el espectáculo más de cerca y disfrutar de una experiencia interactiva, sintiéndose casi parte de la música.
La empresa Nagata Acoustics de Toyota tiene apenas 20 empleados en todo el mundo, pero domina el mundo de la acústica en Japón y está ganando presencia internacional. Estuvo a cargo de la acústica de las orquestas de Los Angeles, Helsinki, París y Shanghai. Otro de sus proyectos, la sala de conciertos Elbephilharmonie de Hamburgo, fue inaugurado el 11 de enero.
Cuando se le pide que resuma las razones de su éxito, Toyota duda. Dice que hay demasiados factores involucrados y que cada sala tiene un diseño distinto, que genera desafíos diferentes.
"Nadie puede explicar en una palabra por qué un violín Stradivarius suena tan lindo o cómo su forma puede haber influenciado su sonido tan hermoso", manifestó.
"El que un sonido sea hermoso, claro o agradable es algo muy complejo", indicó. "Cuando hablamos de la acústica de una sala de concierto, todo gira básicamente en torno al espacio en sí mismo".
Toyota, quien tiene 64 años, no es músico pero escuchó y disfrutó mucho la música clásica durante su infancia. Fundó su compañía en 1971 y tiene dos oficinas principales, en Tokio y en Los Angeles, donde pasa la mayor parte de su tiempo últimamente debido a sus compromisos afuera de Japón.
Toyota acuñó la expresión "psicoacústica" para describir la importancia de las emociones y de otros sentidos en el sonido. ¿Un violín rosado, por ejemplo, sonará igual de bien que uno marrón?, se pregunta.
"Se discute una fórmula para la acústica porque el sonido es invisible. La gente no se hace esas preguntas sobre un diseño visual", expresó Toyota, cuyo estilo despreocupado, su ingenio y su risa fácil son inusuales entre los japoneses de su generación, generalmente bastante serios.
Toyota parece un monje zen cuando habla del arte del sonido y dice que conseguir una buena acústica requiere un conocimiento profundo de los materiales usados en el edificio, una estrecha colaboración con los arquitectos, buena comprensión de las necesidades de los músicos, simulaciones computerizadas, el uso de modelos de escala de las salas y un análisis del eco del lugar.
El grosor de una pared, su forma, los materiales y las curvas, los artefactos que cuelgan del techo y los mismos músicos afectan la acústica. En las viejas salas de conciertos, donde el público se acomoda en filas de asientos frente al escenario, es más fácil controlar el sonido. Las nuevas salas, con el público alrededor del escenario, hace que las cosas resulten más complicadas.
David Howard, un clarinetista de la Filarmónica de Los Angeles, ha tocado en varias salas en las que trabajó Toyota y dice que disfruta mucho de la naturaleza directa, clara e íntima de su sonido.
"En ese sentido, el señor Toyota pegó un jonrón (metió un gol)", afirmó.
Otros sitios en los que Toyota se hizo cargo de la acústica son el Bing Concert Hall de la Universidad de Stanford, el Helzberg Hall del Centro Kauffman de Artes Escénicas de Kansas City y el Chamber Hall del Museo Del Violino de Cremona, Italia. Su primer trabajo grande afuera de Japón fue en el Walt Disney Concert Hall, inaugurado en el 2003, para la Filarmónica de Los Angeles.
"El ambiente ideal", dijo Howard, "es uno en el que solo me tengo que preocupar de mi sonido individual y de tocar, de hacer música y nada más".
Toyota comenzó a ganar renombre luego de trabajar en el majestuoso Suntory Hall de Tokio.
Kikue Sugimito, quien tiene abonos anuales a la Filarmónica de Japón, recuerda que se quedó asombrada por la calidad del sonido cuando la orquesta se instaló en esa sede.
"Hay una gran transparencia en el sonido allí", comentó.
El conductor, Pietari Inkinen, dijo que la sala era tan buena que se puede tocar cualquier tipo de música y que inspira a los ejecutantes porque el público siente la sinfonía "en sus estómagos".
"Es realmente una de las mejores salas del mundo", afirmó. "Puedes tocar con una suavidad increíble y se escucha en la última fila".
El arquitecto Frank Gehry, quien ha colaborado con Toyota, dice que "en la música, tomas sonidos y los juntas para generar belleza y un sentimiento. Cuando construyes un edificio, tomas materiales inertes y los juntas para crear belleza y un sentimiento".
"Creas un espacio cómodo, interactivo y humano, para que la gente se reúna en una sala y se sienta casi parte de la orquesta. La orquesta siente la relación con la gente. Y toca mejor. Eso es lo que tratamos de hacer", expresó Gehry en una entrevista telefónica desde Los Angeles.
"Me encanta trabajar con él", añadió. "Es una experiencia enriquecedora que no se puede creer".
nrv