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ana.pinon@eluniversal.com.mx
El barítono Juan Carlos Heredia, de 27 años de edad, originario de Chihuahua, ganó recientemente el premio Plácido Domingo Ferrer de Zarzuela del concurso internacional Operalia, el más prestigiado de la ópera a nivel mundial. En poco tiempo, el cantante ha obtenido otros importantes reconocimientos, como el segundo lugar del Concurso de Canto Carlo Morelli, el más importante a nivel nacional; y además es becario del Estudio Ópera de Bellas Artes del INBA, fundado durante la gestión artística de Ramón Vargas en la Ópera de Bellas Artes.
En entrevista, el barítono advierte que el siguiente reto será acudir a la mayor cantidad de audiciones, talleres de perfeccionamiento, concursos y, con suerte, esperar a que haya patrocinadores privados.
El trabajo que tiene enfrente, dice, se antoja arduo, complejo y gratificante. “Soy un hombre feliz”, dice.
Comenzó su carrera hace cuatro años y el Operalia podría ser el gran despegue y el salto a las grandes ligas por el apoyo que tendrá del tenor Plácido Domingo. Mientras eso ocurre tiene diversas presentaciones en algunas ciudades del país, como Oaxaca, en donde participa en el Festival de Ópera de esa ciudad; Aguascalientes, Durango y la Ciudad de México, en donde participará en la producción de La Boheme. Además recién llegó a México tras un curso de perfeccionamiento en Alemania.
En este punto de tu carrera, ¿qué es lo que más te motiva?
Estar rodeado de gente muy preparada, de grandes músicos, de gente que está realmente muy involucrada con hacer un gran trabajo arriba de los escenarios, lo mismo el director musical que los cantantes, que todos los que están dentro de este medio. El señor Plácido Domingo es un hombre que trabaja mucho, el equipo que tiene está lleno de personas muy positivas, ser testigo de todo esto me ha motivado mucho.
Los comentarios sobre tu voz y tu talento están siendo muy positivos. ¿Cómo lidias con este tipo de cosas?
Es necesario tomar en cuenta las cosas positivas que se dicen de ti, uno no debería escuchar sólo lo negativo, tener los dos polos es más sano. Cuando los comentarios vienen de mis colegas, de maestros con los que he podido trabajar, me emociono. El premio me abrió otras cosas y sé que hay comentarios de mí en redes sociales, pero no quiero quedarme en estas manifestaciones. Tengo mucho por hacer, mucho qué estudiar, mucha música qué aprender. No puedo quedarme atrás, es el momento de aprovechar todos los buenos consejos y de seguir preparándome.
¿Cómo nació todo?
Mis padres cantan desde que sus hijos éramos pequeños, pero en versión regadera. Una de mis hermanas tocaba la guitarra cuando era chica, con ella aprendí los primeros acordes. Yo fui guitarrista por un tiempo. Otra de mis hermanas era pianista. En mi familia hay algo de vena artística, pero el único que se dedicó al arte fui yo; aunque todos mantienen algo de eso y lo comparten conmigo.
¿Quién te dijo que podrías ser cantante?
Esto fue muy importante en mi vida. Me dedicaba a tocar la guitarra. Estudié la licenciatura en guitarra en un conservatorio y durante el propedéutico una de las clases era de coro y ahí una maestra me descubrió. Ella supo escuchar a sus alumnos y un día, después de uno de los ensayos, me dijo que tenía madera para cantar ópera y me sugirió audicionar. Lo hice y me dijeron que mi rango vocal era muy pequeño, pero que podía ser capaz de desarrollarme. Paralelamente a guitarra, empecé a tomar clases de canto. Meses después me mude a la carrera de canto y me fui a la ciudad de México. Así empezó todo.
¿En ese momento te pudiste imaginar como cantante de ópera?
No, en un principio no. Sin embargo confié mucho en la guía de mi maestra, pensé que ella tenía razón y que por algo me decía las cosas. Fue hasta después del primer concierto en el que participé que pensé que quería esto, que quería estar en un escenario y compartir lo que hago con mi familia, mis amigos y el público. Me sentí como en casa. Fue algo muy distinto a lo que hacía en la guitarra.
¿Y te gustaba la ópera?
Tenía contacto en el conservatorio y la conocía por cultura general, pero no me consideraba seguidor o admirador del género. Tuve un pequeño solo en una zarzuela, Luisa Fernanda, en Chihuahua. En la Ciudad de México ya empezó todo más en forma, empecé a desarrollarme en coros y poco a poco me dieron más roles. El primer rol que tuve fue un notario en Don Pasquale, de Donizetti, en el Teatro Bicentenario, a lado de cantantes como Rebeca Olvera, Josué Cerón, Noé Colín; fue muy bonito, es un teatro muy bonito, con una acústica muy buena. Fue un evento muy acogedor, todos mis colegas ya tenían sus carreras y me apoyaron mucho, fue algo muy importante en mi carrera. Esto fue en 2012.
¿En algún momento te cuestionaste este cambio?
Desde que empecé a cantar, mucha gente me dijo que era una carrera difícil, que debía ser muy fuerte. Nunca me lo he cuestionado, yo he vivido cada momento, me he dedicado a estudiar, a prepararme, me he ido a los extremos de la preparación que exige mi nivel. Claro que hay momentos difíciles, pero también he vivido cosas muy bellas y conmovedoras, son de las que me alimento. Es difícil la carrera de un cantante y cada uno toma caminos distintos. Confío mucho en mi instinto y en los maestros con los que trabajo, con el tiempo uno puede identificar si están a tu lado buenos guías. Yo, en principio, canto para mi propio gusto, después para el público y mis colegas; lo que viene después de cantar son bonos extras. Estoy realmente muy contento de lo que estoy haciendo. Mi familia me apoya, en Operalia mi madre estuvo conmigo, me adora y sé que estuvo muy feliz de verme; también me acompañaron dos de mis hermanas, mi novia, mi cuñado, la familia ha sido un pilar.
¿Cómo llegaste al Estudio?
Audicioné un año y no me quedé, pero soy una persona muy insistente, así que volví a audicionar y me quedé. En 2015 gané el segundo lugar del concurso de canto Carlo Morelli y el Premio Especial de Bellas Artes, al final de la gala me comentaron que podría audicionar al Estudio, lo hice y me quedé, ha sido realmente muy importante para mí. El premio de Bellas Artes me permitió hacer mi debut en el Palacio de Bellas Artes con la ópera Don Giovanni; desde entonces he participado en muchísimas cosas y he aprendido muchas más. Ya estuve en el Festival Internacional Cervantino, he cantado en diversas ciudades del país; he tenido importantes oportunidades de enseñanza. He notado mi evolución como cantante, ha sido mucho trabajo y mucha talacha. Creo que todo esto es muy vital, pero soy de la idea de que el cantante se forma por completo sobre el escenario, es arriba cuando sabes si eres capaz de resolver las cosas que se te presentan, allá arriba es donde suceden las verdaderas cosas. A todos les ha pasado que se enfrentan a detalles como que se cae un vaso de utilería, hasta que alguien no entra a tiempo, y tú debes ser capaz de enfrentarte a todo, tener muy bien preparada la obra para estar listo. Este año termino mi segundo año en el Estudio.
Ya no tendrás la beca, ¿te preocupa?
Termina en diciembre mi estancia porque es lo máximo que se permite, dos años. Y sí, claro que me preocupa, pero cuando llegué a la Ciudad de México no tenía un peso. Es bueno no depender de nadie, creo. Yo quiero tener una carrera como solista, eso es lo que me ocupa. Mi interés es trabajar, audicionar, aprender, y es algo que se hace toda la vida. Llevo muy poco tiempo en esta carrera y me han pasado muchas cosas.