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ana.pinon@eluniversal.com.mx
El tenor Ramón Vargas asegura que su paso por la dirección artística de la Ópera de Bellas Artes es un capítulo cerrado. Tras renunciar en octubre pasado, hoy reconoce que su proyecto “fracasó”, excepto por la creación del Estudio de la Ópera de Bellas Artes. Ahora, cuenta en entrevista telefónica desde Viena, está dedicado completamente a su carrera y su agenda lo demuestra.
El próximo 7 de junio en la Sala Nezahualcóyotl ofrecerá el concierto Tres Generaciones, en el que también participarán Francisco Araiza y Javier Camarena, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Minería, bajo la batuta del director huésped Srba Dinic.
La gala será a beneficio de la Fundación Ramón Vargas que apoya a niños y jóvenes con discapacidad en áreas rurales y para Pro Ópera.
Además, en agosto volverá a México para protagonizar Lucia de Lammermoor, de Donizetti en el Teatro del Bicentenario en León.
Entre sus compromisos internacionales destaca su participación en abril pasado en el Teatro Liceo de Barcelona en el rol de Gabriele Adorno de la ópera Simón Boccanegra, de Verdi, a lado de Plácido Domingo; las funciones de Don Carlo, de Verdi, en la Ópera de Viena con el protagónico; en julio cantará La clemenza di tito, de Mozart, en Zürich y en el Festival Pucciniano de Torre del Lago en Italia cantando Rodolfo, de La Boheme, de Puccini, con la soprano Angela Georghiu como Mimi; y en octubre regresará al Metropolintan Opera House de Nueva York con Don Giovanni, de Mozart.
Cantar con Francisco Araiza y Javier Camarena será muy significativo para usted
Será una experiencia muy bonita para los tres. Somos tres generaciones y ya viene la cuarta. Creo que somos parte de un proceso que se ha ido gestando en el país, sobre todo entre las voces tenoriles. Además de tener el placer de reunirnos, los fondos que se recaudarán serán para la Fundación Ramón Vargas, que antes era mi fondo memorial Eduardo Vargas, pero le cambiamos el nombre por practicidad, pero hace la misma función que antes; así como para Pro Ópera, que ayuda al desarrollo de la ópera en el país. La Orquesta Sinfónica de Minería se unió a nuestro proyecto, hemos hecho una mancuerna muy bonita.
¿Cuáles serían las coincidencias y cuáles diferencias entre estas tres generaciones?
Los tres empezamos haciendo repertorio rossiniano y mozartiano, esa sería una de las coincidencias. Francisco abrió una brecha importante para que nos consideraran a todos los cantantes de México, la verdad es que, salvo algunas excepciones, no existíamos. Oralia Domínguez cantó en algunos lugares, así como Gilda Cruz Romo, y algún otro cantante, pero fue Francisco el primero en tener una verdadera carrera consolidada. Después vino mi generación y ahora está la de Javier Camarena. Espero que también haya una generación de sopranos, por ahora está María Katzarava, quien ya está bastante consolidada en Europa. Las tradiciones se forman de esta manera.
Lo cierto es que siguen siendo pocos. Usted lo ha dicho.
Lo vengo diciendo desde hace muchos años, por eso me interesaba mucho hacer el Estudio de la Ópera de Bellas Artes que, por fortuna, ahí está. Para hacer una carrera afuera necesitamos de un puñadito de cosas, la voz es el principio y el fin, pero necesitamos también preparación técnica, musical, de estilos; tener idiomas, presencia, capacidad histriónica; entre más cosas tengamos mejor y si no tenemos alguna cosas básicas la carrera se va a truncar porque no basta la voz. En México hay mucho talento, muchas voces, pero nos falta preparar cantantes.
La iniciativa privada debe apoyar más la producción operística.
La producción de la ópera es muy difícil que se haga a través de privados. No creo que haya alguien en México que pueda producir de forma privada, a menos que te llames Carlos Slim. Creo que los grupos como Pro Ópera pueden apoyar al desarrollo de cantantes profesionales para que puedan participar en producciones nacionales e internacionales.
También regresa con una producción, Lucia de Lammermoor.
Sí, estoy muy contento porque en el primer año de la producción operística del Teatro Bicentenario canté El Elíxir de amor, después regresé a cantar La Boheme, así que me hace feliz seguir participando en ese recinto. Nunca he cantando en México Lucia de Lammermmor de forma escénica, sólo en concierto hace muchos años.
Un título que se ve pocas veces
Sí. Es como Los Puritanos, que ahora está en Bellas Artes, son títulos muy complicados, necesitan protagonistas muy capaces porque todo el peso de las óperas recae en pocos personajes.
Y regresa al Met.
Sí, ya son 24 años de ser invitado. He cantado como 220 veces funciones que he dado en el Metropolitan, es un teatro que considero como mi casa. Regreso con el rol con el que debuté en México, Don Octavio, de la ópera Don Giovanni. Después de tantos años sigo cantando Mozart y me da mucho gusto porque eso significa que de alguna manera mi voz ha mantenido salud y no es fácil mantenerse en este repertorio por mucho tiempo. Ahí la llevo.
¿Y se regresa a casa con la misma emoción que la primera vez?
El domingo participé en Don Carlo, en Viena, y el público estaba enardecido con lo que hicimos; al final platiqué con el barítono Ludovic Tézier y coicidimos en que somos unos privilegiados por haber estado ahí haciendo lo que nos gusta. Soy un privilegiado de la vida.
¿Se sigue aprendiendo de las malas noches?
El famoso tenor Beniamino Gigli decía que si sólo cantáramos cuando nos sentimos bien, cantaríamos la mitad de lo que lo hemos hecho. Muchas veces salimos a cantar con el Jesús en la boca, deseando que no nos pase nada. Nosotros tenemos el trabajo artístico más demandante de todos, con todo respeto para los instrumentistas y pianistas, porque nosotros producimos los sonidos y dependemos de nuestro cuerpo, de nuestra mente, dependemos hasta de las condiciones atmosféricas. Basta una jaqueca para que tu condición vocal se vea afectada. Mantenernos es muy difícil, llegar no es fácil, pero mantenerse es más complicado. Hemos visto mucha gente que llega y no puede mantenerse en las expectativas. Se necesita de mucha inteligencia, fuerza física y mental.
¿Para esa fuerza mental se necesita de los admiradores, de la familia?
El apoyo principal está en nuestra familia, además de los amigos, que son la familia que uno elige. Hay mucha gente que me sigue, que me quiere, y es parte de mi familia artística, me retroalimentan y me producen las ganas de hacerlo mejor, de seguir estudiando y aprendiendo.
¿Y también se ganan enemigos?
Los detractores siempre existirán. El éxito de tu carrera también se mide a través de los enemigos que te ganas. Creo que hay mucha gente que me quiere, pero también sé que tengo detractores. La vida es así para todos y sucede en todas las carreras. Es parte de la condición humana. Mis más grandes detractores son mexicanos. Es difícil ser profeta en tu tierra, ni modo, es así. Cada quien tiene su derecho a opinar, al final los hechos son los que demuestran si tenían o no verdad.
¿Su paso por la dirección artística de la Ópera de Bellas Artes es un capítulo cerrado?
Sí. Ya dije todo lo que tenía que decir. Hice lo mejor que pude, las condiciones no se dieron e hice bien en desistir. Seguí adelante y estoy cantando mucho en muchos lugares, los que pensaron que acepté la dirección por otras razones, ahora se dan cuenta de que no fue cierto. Me di el tiempo que no tenía para hacer un proyecto que no funcionó. Le quité tiempo a mi tiempo, le quité tiempo a mi carrera, pero ya me recuperé, ya estoy de regreso, haciendo lo que me gusta y ese capítulo está cerrado para mí.
¿Y qué hace falta?
Un teatro para la ópera. Es una disciplina muy complicada y no se puede hacer ópera en un teatro saturado todo el tiempo, con mil actividades todo el tiempo. Todo mundo cree que tiene derecho a estar en Bellas Artes y pues sí, todas las disciplinas tienen derecho. Un teatro con un foso y una orquesta debería estar dedicado a las artes escénicas, no para conciertos sinfónicos. Necesitamos un teatro que tenga este principio. Es muy difícil tener ensayos y otras necesidades básicas para tener un espectáculo de manera digna.
¿Qué le desea a la nueva dirección artística?
Lourdes Ambriz es muy capaz, fue subdirectora por un año, prácticamente recibió entrenamiento. Tengo entendido que está haciendo muy bien las cosas, pero no he podido ver ningún espectáculo desde que me fui. Ya se hizo Los Puritanos, que planeé con Camarena, que bueno que se respetó. Prácticamente todo lo que se ha hecho desde que me fui ya lo había planeado, pero Lourdes lo está llevando a cabo y espero que los de arriba le den el apoyo y los recursos que necesita para hacer ópera y que se los den en tiempo; sí es muy difícil ensayar, pero al menos si tienes los recursos a tiempo ya sabes con qué puedes contar. Lourdes es muy capaz, pero necesita del apoyo, espero que con la creación de la Secretaría de Cultura se solucionen estas cosas. Me siento satisfecho con el Estudio, desde que llegué fue de mis temas más importantes y su creación valió la pena. También me importó hacer ópera en los estados, a pesar de todo logramos 27 funciones fuera de Bellas Artes.