yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

En noviembre de 2014, seis meses después de la muerte de Gabriel García Márquez, el archivo personal del escritor colombiano fue adquirido por el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas en Austen, en 2.2 millones de dólares. Al año siguiente, en octubre de 2015, el archivo fue abierto a consulta de investigadores, académicos y estudiosos del Nobel. Hoy esa memoria documental es el paraíso de muchos investigadores que se sumergen en él para hallar tesoros.

Justo hoy, que Gabo cumpliría 90 años, revisamos los documentos que se pueden leer, descargar y estudiar en línea por cualquier amante del novelista, periodista y guionista. Digitalizado en más de 90%, acaso por algunos materiales fotográficos y ciertos pequeños textos que están en proceso de estabilización —en general fue un conjunto documental que llegó en perfectas condiciones a la Universidad—, el Archivo Gabriel García Márquez se encuentra abierto para investigación en el Harry Ransom Center, y se puede consultar el inventario completo en línea en la página .

No sólo se pueden leer completos documentos como las correcciones al mecanuscrito de Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera; también las correcciones a la primera versión de su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura en 1982; dos cartas, una enviada al presidente Jimmy Carter y otra al escritor Salman Rushdie; así como las tarjetas de trabajo y anotaciones para su novela El general en su laberinto.

Nueve décadas de "Gabo"
Nueve décadas de "Gabo"
Nueve décadas de "Gabo"
Nueve décadas de "Gabo"

Primera y última página de la primera versión del discurso que Gabo escribió y corrigió para recibir el Premio Nobel de Literatura, en Estocolmo, en 1982

Lo que se puede consultar completo y con detalle es todo el inventario de sus documentos en el Harry Ransom Center con ficha MS-5353, con una amplia descripción de lo que el archivo contiene, con materiales predominantemente en español, pero en los que también hay documentos en inglés, francés, holandés, alemán, italiano, japonés, portugués, ruso y sueco.

Allí también se específica que “No se permiten fotografías o fotocopias de materiales inéditos”, pues entre esos papeles que van de 1930 a 2014, hay obras inconclusa de Gabo, como la novela En agosto nos vemos y las dos últimas partes de sus memorias Vivir para contarla.

El archivo, que fue catalogado por Daniela Lozano, archivista del Harry Ransom Center, se agrupa en cuatro series: Actividades literarias (1948-2009); Álbumes de fotografías y Libros de recortes (1930-2011); Correspondencia, (1961-2013); y Documentos personales y profesionales (1952-2014); pero además a él se ha sumado la Colección Plinio Apuleyo Mendoza sobre Gabriel García Márquez; y una gran cantidad de volúmenes encuadernados y casetes comerciales de audio, material de video, cinco computadoras y varios disquetes, dos máquinas de escribir de sus efectos personales.

Nueve décadas de "Gabo"
Nueve décadas de "Gabo"
Nueve décadas de "Gabo"
Nueve décadas de "Gabo"

Dos de las 20 cuartillas que conforman el texto escrito y corregido por el propio Gabriel García Márquez de Crónica de una muerte anunciada, fechado en Ixtapan, en 1980

Los tesoros de una vida. Entre álbumes de fotografías familiares y con amigos, un sinfín de cuadernos de recortes de la recepción de la obra de García Márquez en diarios y revistas, entre correspondencia, cuadernos, impresos y recuerdos, investigadores han comenzado a hallar tesoros, persiguen líneas de investigación concretas, y redescubren al narrador y periodista latinoamericano nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia, y fallecido el 17 de abril de 2014 en México.

Allí ha entrado con gran respeto la profesora asociada de la Universidad de Texas Gabriela Polit-Dueñas, quien asegura en entrevista vía mail: “Para leer los papeles de García Márquez hay, ante todo, que seguir el ritual”. Dice que mirar las anotaciones del autor, entender el uso de los colores con los que tachaba un párrafo, leer las notas al costado nada de eso nos aporta a disfrutar más de su prosa “pero nos genera la ilusoria idea de que sí, de que al ver esos trazos lo conocemos mejor”.

Cuenta que en su correspondencia hay registro de una serie de mini intervenciones (a veces no tan mínimas) que buscan abrir diálogos entre Fidel Castro y sus detractores; entre las autoridades de su país y los grupos subversivos. “Las carpetas de cartas muestran un hombre con un arraigo impresionante en lo real. No fue para nada un autor aislado de los asuntos mundanos”.

La investigadora ecuatoriana Polit-Dueñas, relata que allí también están los “hallazgos” literarios que desembocan siempre en la meticulosa investigación que GGM llevó a cabo para cada uno de sus libros. La larga lista de libros que leyó para escribir El general en el laberinto, por ejemplo, o las notas de las entrevistas que hizo para escribir Crónica de una muerte anunciada o incluso El amor en tiempos de cólera.

“Por el tema de mi actual investigación, me he concentrado en los papeles que muestran la tarea periodística y la literaria. En esa ambigua y pendular relación se define el realismo de un autor al que todos insisten en leerlo como mágico. En el archivo están muchas señales de lo opacas que resultan las líneas que separan su entrenamiento periodístico y su disciplina literaria”, dice Polit-Dueñas.

Y agrega: “Hay una anécdota en particular, que por ahora me ocupa, que es el juicio que Luis Alejandro Velasco le hizo a García Márquez, cuando éste ya era famoso, por los derechos de autoría de Relato de un náufrago. En este juicio –cuyos pliegos están en una carpeta— la ley define y separa ‘el hecho literario’ de ‘la experiencia`. En el caso es evidente cómo el discurso de la ley, como escribe J. Derrida, establece qué es lo literario y pone sus parámetros. Sirve también para pensar en la función del autor y, sobre todo, analizar cómo esto está cambiando en el mundo del periodismo contemporáneo”.

César Salgado, profesor de literatura comparada en la Universidad de Texas, ha comenzado a indagar sobre García Márquez y su relación con escritores cubanos y con Cuba, él no va tras la relación con Fidel Castro, sino con José Lezama Lima y escritores desfavorecidos que Gabo ayudó a salir de la Isla, su relación con la literatura cubana.

En entrevista telefónica el profesor puertorriqueño asegura que su proyecto es aún muy incipiente. “Lo que yo quería era ver cómo a él le interesaba ese proceso de acercamiento pero no con Fidel, yo lo que estaba buscando es cómo podría conectarse con el escritor José Lezama Lima y con otros escritores cubanos en ese momento como Heberto Padilla, la gente que él ayudó a sacar, pero la verdad es que apenas estoy empezando, es muy incipiente, todavía no he llegado a un punto analítico para poder decir sí o no, esto es muy selectivo en relación con Cuba; busco correspondencia con Roberto Fernández Retamar, con Cintio Vitier, con Lezama no hay nada, y lo que hay más bien son cuestiones que son más bien oficiales, cartas de felicitación o invitaciones a congresos, pero en términos de correspondencia de tú a tú, eso no”.

César Salgado no descarta replantear su tema en pos de seguir líneas de trabajo alrededor del archivo del narrador colombiano. Un archivo trabajado a conciencia por la conservadora en fotografía Diana Díaz Cañas, quien ha limpiado todo el archivo fotográfico y ha restaurado y aún restaura piezas con algunos daños por contaminación con los adhesivos de los álbumes.

Diana Díaz dice en entrevista telefónica que hay muchas fotografías interesantes, con amigos, escritores, presidentes, gente de la política, periodistas, artistas, cantantes, hay incluso muchas fotografías con Shakira.

“Ya están en un 90% digitalizadas las imágenes, nada más tengo dos proyectos en proceso, hay fotos que necesitan humectarse y tiempo para secarse por el envejecimiento natural de los materiales; son sobre todo imágenes personales, cuando visitaron Grecia o cuando fueron a las pirámides de Egipto o cuando estaban en su casa haciendo una gran cena para amigos, cosas así. No hay muchas fotos de él cuando era pequeño, pero sí hay fotos de los 50, 60, y hay algunas cuando estaba viviendo en Bogotá y era periodista”.

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