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ssierra@eluniversal.com.mx
En cualquier parte del mundo, dice el caricaturista de izquierda Til Mette, siempre son los cartonistas los peor vestidos. El humor que desde la adolescencia convirtió en un arma de sobrevivencia, lo trae a cuento para retratar la situación de sus colegas en todos los países.
El caricaturista alemán ha seguido los cambios en los medios de comunicación; vivió su transformación y la de los lectores, y hoy encuentra que Internet es una herramienta fabulosa para el intercambio, pero que abre la puerta para gente que quiera abusar. Til Mette vino a México en el marco del programa Trazos de Libertad, organizado por las embajadas de Alemania y Francia en México, EL UNIVERSAL, y las asociaciones Cartooning for Peace y Cartoon Club.
Cuenta que llegó al humor de una manera muy personal: “Tengo cuatro hermanos, todos tienen un sentido del humor un poco raro. Mis padres se divorciaron en 1970, eso no era muy usual, mi madre es intelectual pero fue alcohólica, gravemente alcohólica, y el humor lo hemos usado desde niños para sobrevivir. En cierto modo hemos procurado permanecer sanos mentalmente; me di cuenta de que el dibujo era importante para mí cuando me dejó una novia. Sabía que aunque estaba triste podía seguir dibujando”.
Til Mette publica sus cartones en el semanario de izquierda Stern. Su obra es minimalista; casi siempre en blanco y negro, y no siempre es política, en el sentido tradicional de la palabra. “Vengo, más bien, de lo que es la izquierda alemana, y nunca sentí la necesidad de dar lecciones a los que eran más de derecha. Para mí siempre ha sido lo más divertido, dentro de la izquierda, mofarme de los de izquierda”.
Cofundador en los 80 del periódico TAZ, dice que tuvo la gran suerte de que la redacción lo apoyara para dibujar lo que quería. “Los dibujos los hago en 20 minutos, lo que es mucho más tardado es tener la idea para el dibujo”.
Respecto a los cambios en periódicos, caricatura, periodismo y lectores, Til Mette opina:
“Creo que el desarrollo más dramático para los periódicos y el periodismo no es ni siquiera una cuestión de ideas, idealista, es de índole económico. Estamos en competencia con Internet; Internet ha distribuido los contenidos de manera gratuita para los lectores y ellos no pagan, y eso repercute en los periodistas y dibujantes. Es decir que ya no es atractivo trabajar en el periodismo porque no puedo ganar dinero”.
Til Mette observa que los grandes talentos calificados para el periodismo se han ido convirtiendo en portavoces de grandes empresas: “La gente con talento que trabajaba en el periodismo, ya no va a trabajar más en el periodismo. Es dramático y es muy parecido en el caso de la prensa y de los cartones. Jóvenes cartonistas ya no tienen oportunidades, lo hacen por entusiasmo y, aparte, tienen otro trabajo: manejan taxis, son profesores, psicólogos, arquitectos, ya no pueden dedicar su vida a la caricatura o al periodismo; para el periodismo y para la caricatura eso no es sano”.
Advierte que hay otro fenómeno que se presenta, que tiene que ver con la circulación de contenidos pensados para un público. Cuestiona además: “La web está dominada por grandes empresas estadounidenses como Facebook y Google que, a la vez, quieren transportar su propia visión del mundo. En Europa no es un problema el mostrar desnudez, para los estadounidenses es un tabú. Pero en Google y Facebook los estadounidenses nos cuentan cuáles son los límites; los límites de la libertad de prensa los definen las empresas estadounidenses. La discusión sobre el sexismo solamente puede promoverse de manera fehaciente si la hacen las mujeres, no las empresas estadounidenses. Ese ha sido un éxito de las feministas. Y por eso creo que hoy vivimos cambios morales y económicos desde las empresas estadounidenses”. Para Til Mette es preciso promover encuentros y redes, y que haya conocimiento y difusión de otros valores.